INESTABILIDAD. En los últimos días, el foco de atención ha girado repentinamente de las economías desarrolladas –“Estados Unidos”:http://gestion.pe/noticias-de-estados-unidos-200?href=nota_tag y Europa- a las llamadas “economías emergentes” (que, en realidad, es un término bastante flexible para referirse a un grupo de países -principalmente en Sudamérica y en el sudeste asiático- sin ningún denominador común aparte de no encontrarse entre los países desarrollados ni tampoco entre los más pobres).
Así, pues, hemos visto en las últimas semanas como el peso de Argentina se ha devaluado en 20%, debido a una escasez de reservas internacionales, pese a los esfuerzos de su gobierno por contenerlo; la lira turca, por su parte, perdió el 13% de su valor en seis semanas, antes de que el Banco Central de Turquía duplique las tasas de interés en una reunión de emergencia. De forma similar, el rublo ruso y el rand sudafricano también fueron golpeados y el Banco Central de India volvió a subir su tasa de interés (por tercera vez en 5 meses).
Para complicar las cosas todavía más, toda esta conmoción se está desenvolviendo en el marco de una recuperación de Europa y Estados Unidos -un gradual incremento en la tasa de interés global y el retiro del estímulo monetario originado por el FED- lo cual aumenta el costo de oportunidad de invertir en los mercados emergentes. Peor aún, los miedos sobre una desaceleración en China –con implicancias para los países emergentes, exportadores de materias primas- están más latentes que nunca gracias a las advertencias del inversionista George Soros.
Pero a pesar de que dentro de las “economías emergentes” hay países tan disimiles como Brasil y Filipinas, los inversionistas tienden a verlos como un mismo conjunto. Por eso, en una primera instancia el miedo acerca de algunos países podría expandirse hacia otros lados y enfrentar una salida de capitales. Hace dos días, por ejemplo, las tasas de bonos soberanos de Perú alcanzaron los mismos niveles de las elecciones del 2011 –cuando Humala todavía era una incógnita-.
Es cuestión de tiempo, sin embargo, para que los países mejor preparados macroeconómicamente –con las cuentas en orden- se puedan distinguir de aquellos más frágiles. El Perú es uno de los primeros, sin duda. Pero mientras eso suceda, tenemos que estar preparados para una salida de capitales. Solo queda ajustar los cinturones.