MOMENTO DE ACTUAR. El ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Milton von Hesse, admitió lo obvio esta semana: el modelo de empresas prestadoras de servicios de saneamiento (EPS) no funciona. ¿Por qué tuvo que pasar tanto tiempo para que las autoridades decidan entender un problema que lleva lustros empeorando? Todo comenzó con la privatización en los años noventa, pues el Gobierno de entonces no se atrevió a concesionar las empresas que prestaban el servicio de agua y alcantarillado; salvo un ensayo realizado en Tumbes.
Solo se atinó a convertirlas en las EPS, que hoy ‘hacen agua’, pues enfrentan serias dificultades administrativas, financieras y tributarias. Lo más paradójico de todo es que 48 de estas 50 “empresas” son manejadas por gobiernos locales, instancias de gobierno que, en su mayoría, no saben o no quieren gastar eficientemente los recursos que les asigna el MEF. Otra perla del sistema: algunos departamentos tienen una EPS (Piura o Arequipa), mientras que otros tienen hasta cinco (Puno).
El Gobierno actual ha anunciado que por fin se promoverá la inversión privada en el sector a través de las asociaciones público-privadas (APP), aunque es de suponerse que se tendrá que incluir mecanismos de participación y control. De otro modo, nadie querría invertir en organizaciones sumidas en el caos.
Entretanto, el Gobierno sigue anunciando lluvias de millones. Por ejemplo, se destinarán S/. 1,000 millones para el “rescate” de las EPS, que se suman a los S/. 2,400 millones entregados a los gobiernos locales para que inviertan en obras de saneamiento. En otras palabras, se sigue dando dinero a quienes han probado sostenidamente que ignoran cómo gastarlo.
Y en Lima, Sedapal –que no depende del municipio limeño– solicitará a la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass) un ajuste de tarifas para financiar sus inversiones. Pero esta ha descartado modificar el Plan Maestro Optimizado (PMO) para el quinquenio 2011-2015, de modo que las tarifas no se tocarán, pues, al parecer, ese documento está grabado en piedra. Tiene razón, ministro Von Hesse, el modelo no funciona.