PULSO PERÚ La popularidad del presidente de la República continúa bajando. A junio, tan solo uno de cada cuatro peruanos aprueba la labor que viene desarrollando Ollanta Humala como líder de la nación. Y quizá en esta palabra esté la clave que explica la última caída en su popularidad, pues lo único que logró con la entrevista televisada emitida el domingo pasado -diseñada especialmente para fortalecer los lazos con la población- fue demostrar su falta de liderazgo. No solo evitó sentar su posición sobre temas en boga y defenderla con argumentos sólidos, sino que también dio la impresión de mantenerse ajeno a los problemas cotidianos que aquejan a los ciudadanos comunes.
Pero, por lo menos, el presidente no está solo. La gran mayoría de las instituciones del Estado sufre una abrumadora desaprobación (Congreso 79%, Poder Judicial 75%, Gobierno 69%, Gabinete Ministerial 67% y Fiscalía 63% -sorprende que la de esta última no sea mayor-). Un hecho que no por ya no ser noticioso deja de ser alarmante. Sobre todo si tomamos en cuenta que esta edición de la encuesta Pulso Perú se encargó de segmentar ideológicamente a los peruanos en el diagrama de Nolan y resulta que el 31.4% puede considerarse totalitario (de acuerdo a la segmentación de Pulso Perú, totalitario es aquel que cree que el Estado debe regir sobre casi todas las cuestiones, anteponiendo el bien común al individual).
Tener instituciones débiles a la misma vez que una parte considerable de la población se ubica en el espectro totalitario representa una amenaza aterrorizante a la democracia, una combinación explosiva que ya nos ha tocado vivir. En el pasado, recordemos que con la excusa de un funcionamiento ineficaz de las instituciones fue que el entonces presidente Alberto Fujimori realizó el autogolpe de 1992 interviniendo el Congreso. Con el sondeo, los partidos o lo que queda de ellos, debe poner las barbas en remojo.