CAMBIOS NECESARIOS. El lunes último salió publicada en este diario una entrevista al ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Fredy Otárola. Las respuestas del ministro, sin embargo, abrieron mucho más interrogantes de las que pudieron resolver.
Por ejemplo, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de ver cambios en la legislación laboral (un tema en el que Gestión viene insistiendo para impulsar la economía), su respuesta fue: “Por el momento no. Tengo entendido que el MEF podría estar evaluando algunas normas”.
La respuesta, naturalmente extraña, pues uno pensaría que el Ministerio de Trabajo lideraría cualquier ajuste en el régimen laboral, no terminó ahí. Preguntado acerca de cuáles serían estos cambios, contestó: “Concretamente, desconocemos”, y se refirió a una serie de rumores que había escuchado de los empresarios, declaraciones que no se esperan de la persona a cargo de esta cartera.
Pero en lo que respecta a este tabú que es la legislación laboral, no es la primera vez que se traslucen contradicciones dentro del Ejecutivo.
Poco tiempo antes, el presidente Humala anunció que se estaría evaluando un nuevo paquete reactivador (que incluiría cambios a la legislación laboral), después de que el reciente ministro de Economía, Alonso Segura, lo había descartado días atrás.
Lo cierto es que entendemos que un paquete reactivador que incluya cambios en la regulación laboral y tributaria tiene que recorrer un tortuoso camino antes de ser aprobado, algo políticamente complicado además. No obstante, también entendemos que este es uno de los pocos caminos que podría llevarnos rápidamente de vuelta a las altas tasas de crecimiento que ostentábamos hace algunos años.
Y si el Gobierno está comprometido con el crecimiento económico del país –y la inversión privada como motor de este-, es una batalla que debe estar dispuesto a dar.
Por ahora, fuera de los rumores, no hemos visto ningún avance del Ejecutivo en esta dirección, por lo que nosotros seguimos esperando y continuaremos insistiendo. Como reza el dicho, no hay peor batalla que la que no se lucha.