EMPRESA DE SANEAMIENTO. Si su antecesor en el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) admitió a mediados del año pasado que el modelo de empresas prestadoras de servicios de saneamiento (EPS) no funciona, el actual titular de ese portafolio, Francisco Dumler, dio un paso más la semana pasada al anunciar que esas empresas públicas se empezarán a concesionar a partir del primer trimestre del próximo año.
Ya el Gobierno había adelantado, hace varios meses, que la modernización de las EPS, hoy sumidas en el caos operativo, económico y financiero, sería a través de las asociaciones público-privadas (APP), y el ministro Dumler ha mencionado que existen “seis o siete” iniciativas privadas autosostenibles que ya están ingresadas en la ventanilla de ProInversión, aunque prefirió no revelar cuáles son las EPS afortunadas.
El sitio web de ProInversión no contiene ningún proyecto específico de iniciativa privada para administrar EPS, aunque sí muestra una tabla en la que figuran siete que han sido admitidas a trámite en el rubro “saneamiento”. A lo mejor debamos esperar que la entidad actualice sus archivos para conocer más detalles del proceso, pues estamos hablando de un total de 48 EPS que son manejadas por los municipios de sus respectivas jurisdicciones, además de Sedapal, que depende del Ejecutivo.
Desde que en los noventa se liberalizó la economía, los sucesivos gobiernos evitaron conectar al sector privado con el servicio de agua potable y alcantarillado. La razón no era técnica sino estrictamente política: ese servicio básico no podía ser prestado por “los privados” porque elevarían las tarifas; pero lo único que consiguieron fue confirmar que el Estado es un pésimo empresario.
Como la anunciada concesión de las EPS ocurrirá durante la campaña electoral, habrá que ponerle mucho cuidado a la información que se difunda entre las poblaciones que podrán beneficiarse con la mejora de esas empresas, pues no faltarán candidatos (presidenciales y congresales) que buscarán oponerse al proceso con el único fin de ganar votos, aunque los argumentos que esgriman para ello sean mentiras.
