Editorial: Esto va en serio

El Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático. La Amazonía peruana se ha convertido en un emisor neto de dióxido de carbono, la desaparición de glaciares en los Andes se ha agravado y las alteraciones atmosféricas se están traduciendo en lluvias o sequías más pronunciadas.

(Foto: AP)
(Foto: AP)

Cambio Climático. Los escépticos consideran que lo acordado es poco y tardío. Los optimistas, que es un buen comienzo. La cumbre climática COP21, que terminó en París hace diez días, logró lo que sus 20 ediciones anteriores no pudieron: comprometer a todos los países a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

La meta fundamental del Acuerdo de París es evitar que la temperatura atmosférica aumente por encima de los 2°C –se activarán las alarmas si el incremento llega a 1.5°C–. Además, a partir del 2020 se contará con fondos anuales por US$ 100,000 millones para financiar la adaptación al cambio climático de los países con menos recursos, los cuales se incrementarán a partir del 2025.

El Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático. La Amazonía peruana se ha convertido en un emisor neto de dióxido de carbono, la desaparición de glaciares en los Andes se ha agravado y las alteraciones atmosféricas se están traduciendo en temporadas de lluvias o sequías más pronunciadas. Ello significa que las acciones que tomen los mayores emisores de GEI tendrán repercusión sobre nuestro medio ambiente, de modo que el liderazgo asumido en las negociaciones de Lima (COP20) y París tiene que mantenerse y fortalecerse.

Pero también habrá que predicar con el ejemplo. El Perú se ha comprometido a reducir en 30% sus emisiones de GEI para el 2030; dos tercios de esa reducción serán implementados con recursos internos, públicos y privados, y el tercio restante estará supeditado al financiamiento externo. Como al actual Gobierno le quedan pocos meses para emprender acciones concretas, su responsabilidad es sentar las bases para que el próximo no pierda tiempo y se ponga a trabajar en el compromiso asumido, además de difundir su importancia entre la población.

A la fecha, ninguno de los candidatos presidenciales ha tocado el tema con seriedad. No se espera que ofrezcan mayores reducciones de GEI –al estilo de sus “ofertas” para aumentar la remuneración mínima–, sino que se comprometan a hacer de la lucha contra el cambio climático una política de Estado. Si comienzan a prometer su apoyo a la producción de combustibles fósiles, por ejemplo, sabremos que no están al tanto de lo acordado en la COP21.

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