LA ECONOMÍA. Lima recién se enteró en marzo de la presencia de El Niño costero, cuando el este de la capital –más Punta Hermosa– comenzó a inundarse y llenarse de piedras y lodo. Pero desde fines de enero, el desorden climático ya causaba estragos en otras zonas del país, sobre todo en el norte y partes del sur y del oriente, lo que afectó muchas actividades, como comercio, transporte, agricultura, generación y distribución de energía y, por supuesto, producción de agua potable.
El “mercado” esperaba un crecimiento de 2% del PBI de febrero, un número que resultó ser demasiado optimista y que quedó bastante lejos del dato real: 0.74%. Quizás los analistas no observaron con detenimiento el impacto de El Niño en la dinámica económica del interior del país y se concentraron en evaluar la tendencia del PBI de los últimos meses, que era claramente de desaceleración. En otras palabras, el calentamiento de las aguas costeras enfrió mucho más la economía y lo hizo antes de lo esperado –se anticipaba que sucedería a partir de marzo–.
Es que hay sectores que venían mostrando tasas de expansión bastante modestas, como comercio y servicios financieros. El primero apenas creció 0.17% en febrero, mientras que el segundo cayó 1.23%, ante la contracción de los créditos dirigidos a grandes, medianas, pequeñas y micro empresas, así como los hipotecarios. Otros sectores como manufactura no primaria y construcción, que tienen un peso significativo en el PBI total, continuaron con su decepcionante desempeño.
En suma, la economía no primaria siguió sin levantar cabeza y El Niño no hizo más que empeorar su situación. Además, la tabla de salvación en que se han convertido las exportaciones –las proyecciones les otorgan un papel estelar para este año– también se vería afectada, sobre todo las agrícolas. Lo que más inquieta es que los 91 meses consecutivos de crecimiento se habrían interrumpido en marzo; y según algunos pronósticos, abril tampoco será positivo.
¿Cómo superar este trance? El Gobierno tendrá que dinamizar la inversión pública (que volvió a retroceder en febrero) con el inicio de la rehabilitación y reconstrucción, al mismo tiempo, levantar con nuevas medidas los ánimos de empresas y consumidores, que incluso antes de El Niño ya estaban de capa caída.