GOBIERNOS REGIONALES. El gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, acaba de ser condenado a cinco años de prisión efectiva por delitos contra la administración pública, y se encuentra prófugo de la justicia. Oscorima fue reelecto y tenía cuatro procesos en los juzgados civiles y uno en la vía penal por el que fue condenado a dos años de libertad condicional en 1998. Todos los procesos eran por actos contra la administración pública (adquisiciones que evadieron irregularmente procesos de licitación, gastos, inversiones o concursos que favorecieron indebidamente a postores o proveedores, etcétera).
Ha pasado poco más de un año desde las últimas elecciones y ya estamos volviendo a tener a varios ex gobernadores regionales que se encuentran afrontando procesos judiciales y algunos que ya han sido condenados. ¿Están funcionando los filtros políticos para evitar que malos elementos lleguen al poder?
A las agrupaciones políticas les corresponde afinar sus filtros y evitar llevar como candidatos a personas que no tengan hojas de vida intachables. Ese es el primer paso para evitar que estos hechos se repitan.
Pero con eso no basta. El segundo paso es continuar con la reforma electoral en el Congreso, que, lamentablemente, avanza a paso de tortuga. Temas importantes como la ventanilla única y la hoja de vida, que buscan translucir quién participa en política, aún no logran el consenso necesario para su aprobación. Otros temas pendientes son la eliminación del voto preferencial, el voto golondrino, el transfuguismo, la bicameralidad, etcétera.
Desde esa perspectiva, la pregunta de oro es ¿serán los congresistas capaces de ponerse de acuerdo, dejar de lado sus intereses particulares y legislar pensando en lo mejor para el país? Esperamos que así sea.
Lo que está sucediendo es una mala señal de lo que podría pasar en las próximas elecciones generales, sobre todo a nivel congresal. Sin embargo, el último paso está en manos de los electores. Debemos ser más cuidadosos sobre a quién le damos nuestro voto. Nunca ha sido más cierto que “un pueblo que elige corruptos no es víctima, es cómplice”.