SALUD. El Gobierno ha declarado en emergencia sanitaria los servicios de salud de Lima Metropolitana. El respectivo decreto supremo del Ministerio de Salud (Minsa), publicado la semana pasada, vino acompañado de un decreto de urgencia que dispone la reasignación de partidas presupuestarias y de un pedido al Congreso para transferir recursos del Ministerio de Educación al Ministerio de Salud, con el fin de ponerle fin a esa situación, la cual se ha originado por la deficiente administración a la que está sujeto el sistema de salud pública.
¿Por qué solo Lima? Se podría pensar que en el resto del país todo marcha sobre ruedas, pero nada más alejado de la realidad. Lo que suponemos es que todavía no se ha hecho –o no se ha terminado– un diagnóstico de la situación en la que operan los establecimientos de salud fuera de Lima, aunque la titular del sector, Patricia García, no ha precisado si también habrá una declaratoria de emergencia a nivel nacional.
Lo que sí se sabe es que se trata de S/ 103 millones (S/ 312 millones si se aprueba el pedido al Congreso) que ahora se destinarán a la adquisición de medicamentos y dispositivos médicos, de los que existe un acuciante desabastecimiento. “Hemos encontrado varias deficiencias que no se han trabajado como las medidas de prevención o proyectos de inversión inconclusos, por eso hemos realizado esta declaratoria”, explicó en el Congreso la ministra Patricia García, pero lo que no aclaró es la forma en que se superarán esos obstáculos.
Es que se tendrá que realizar compras a gran escala de medicinas e insumos médicos, de modo que será obligatorio adoptar un esquema que, además de ser mucho más ágil, deberá asegurar un grado de transparencia que hasta ahora no se ha visto en el sector. Entendemos la gravedad de la situación, pero también es necesario demandar que todo ese gasto se realice con orden y bajo criterios técnicos.
Además, cabría cuestionar la eficacia del enfoque que el anterior Gobierno aplicó en la reforma de la salud –que quedó estancada ni bien se dieron los primeros pasos–, pues solo se priorizó la construcción de infraestructura, dejando de lado aspectos cruciales como la atención a los pacientes y la reingeniería en el manejo de la logística. Ahora hemos comprobado que ninguna reestructuración del sector salud puede funcionar si únicamente se piensa en comprar ladrillos y cemento, y se pasa por alto la adquisición de gasas y jeringas.