Economía. La llamada “crisis de los *commodities*” sigue causando estragos en las economías emergentes. Lo irónico es que una de ellas, China, fue la que la provocó. El Perú no ha sido ajeno a la caída de las cotizaciones de tales productos, aunque no ha sufrido tanto como Brasil o Argentina –ni qué decir de Venezuela– y todavía es citado por los organismos internacionales como un ejemplo de buen manejo macroeconómico.
Claro que las loas de afuera no tienen ningún impacto en los bolsillos de los consumidores ni en las cuentas bancarias de los exportadores. Si la economía peruana pasó todo el 2015 intentando recuperarse del enfriamiento, buena parte de quienes exportan estuvo al borde de la hipotermia (y muchos sucumbieron). Las empresas que dejaron de vender al exterior se cuentan por miles y eso, lógicamente, se traduce en menos puestos de trabajo.
Es cierto que estamos cerrando el año mejor de lo que comenzó. En el verano, el MEF se entregó a la tarea de poner en marcha sus paquetes de estímulo, pero no estuvo preparado para el mayor lastre que afectaría sus medidas: los gobiernos regionales y locales. La consabida incapacidad de gasto de estas instancias obligó al Ejecutivo a asumir muchas de sus responsabilidades, pero como se reaccionó tarde –recién en octubre el gasto público registró un salto–, la contribución del sector Gobierno al PBI fue menor de lo que se esperaba.
Si bien la economía primaria levantó cabeza –sobre todo minería y agro–, los sectores no primarios continuaron endebles. La construcción siguió languideciendo y las medidas para dinamizar el mercado de viviendas dadas a mediados de año no entusiasmaron a bancos ni a inmobiliarias. Es que hacía falta, más que nuevas leyes, generar confianza y, en ese aspecto, el Gobierno no estuvo a la altura del reto.
Por su parte, la manufactura sufre por partida doble: la demanda exterior ha caído y la interna, especialmente de la construcción y de los nuevos proyectos mineros –porque casi no existen–, está infectada de la falta de confianza que ha acechado a la economía peruana con mayor intensidad que el fenómeno de El Niño.