EXPECTATIVA. El año que comienza pondrá fin al enfriamiento de la economía. Es lo que indican las proyecciones del Gobierno y en menor medida de los analistas privados. Si estas predicciones son muy parecidas a las resoluciones que solemos hacernos en Año Nuevo –y que nunca cumplimos–, es porque también fueron formuladas para el 2015 y el 2016. Fue el extraordinario crecimiento de la minería metálica lo que evitó que las cifras del PBI mostrasen lo profundo de la desaceleración.
¿Qué tiene que suceder para que el 2017 sí sea el año de la recuperación? El Gobierno ha dado el primer paso con sus paquetes de reformas para la promoción de inversiones, trámites burocráticos y tributación. Lo complicado será su aplicación, pues se tendrá que trabajar muy duro para cambiar radicalmente la racionalidad de los funcionarios públicos, quienes aún no comprenden que su tarea es facilitar y no entorpecer la iniciativa privada.
Para que ese cambio se ponga en marcha será necesario el respaldo político que otras “reformas” previas no tuvieron. En ese sentido, las principales autoridades del Gobierno, empezando por el presidente Kuczynski y su equipo económico, tendrán que liderar la implementación de las normas y coordinar con los gobiernos regionales y locales, pues estas instancias serán responsables de buena parte de las nuevas reformas. Las leyes no se aplican solas, y sin una dirección clara y eficaz terminan siendo letra muerta.
Otro factor determinante para ponerle fin al enfriamiento es la confianza. Si bien las expectativas de los empresarios y los consumidores se encuentran aún en tramos optimistas, esto todavía no se materializa en más inversiones ni mayor consumo. Ya no bastará con hacer anuncios de nuevos megaproyectos, sino que la buena noticia que reavive la confianza tendrá que estar relacionada con el reinicio de obras de un proyecto paralizado.
El efecto estadístico también jugará a favor, pues viniendo de un año muy malo, la construcción y la manufactura solo requieren de un pequeño impulso para abandonar sus cifras en rojo. La fecha crítica para que la situación comience a cambiar, fijada por el propio presidente, será entre marzo y abril. Ojalá no haya más retrasos.