Por Gonzalo Carranza
Como jefe de investigación de commodities en UBS Wealth Management, Dominic Schnider no solo maneja una batería de datos sobre materias primas y la economía mundial que parece infinita, también tiene un insight privilegiado sobre lo que decenas de inversionistas alrededor del mundo están pensando. Y, cuando se habla de commodities, su visión es mixta. “Existe demanda de petróleo y de metales preciosos, pero no hay mucho interés por los metales base o por los productos agrícolas, pues muchos clientes de banca privada se han ‘quemado’”, explica el analista.
Así, para Schnider, el interés por el oro entre este tipo de inversionistas tiene un carácter estructural: protegerse en caso de inflación con un activo real. “Los inversionistas siguen comprando. Las ventas han venido de quienes hacen trading, de posiciones en contratos a plazo y de ETF”, apunta. Aunque estas han acumulado más de 10 millones de onzas desde octubre del año pasado, empujando a la baja la cotización del metal precioso, Schnider cree que en el mercado no hay una opinión clara sobre el oro.
“Ante las sorpresas negativas de inflación, este tipo de inversionistas comenzó a vender o, incluso, a asumir posiciones short, pero los que están largos, con una mirada de largo plazo, no han vendido”. La demanda de los bancos centrales, mientras tanto, es un enigma. “El Banco Popular de China tiene un 2% de su portafolio en oro, cuando el promedio internacional puede llegar a 16%, pero no sabemos si el potencial de catch-up se llegará a cumplir algún día”, explica Schnider.
Finalmente, el rango de precios en los que se puede mover el oro es amplio: si la inflación sube más rápido que las tasas de interés, podría superar los US$ 1,800 por onza; mientras que en el escenario inverso podría caer hasta el costo marginal de producción, cercano a US$ 1,200. “Los estimados que hablan de US$ 1,500 se ponen en un equilibrio realmente sostenible”, critica Schnider.
Esto lleva a pensar a Schnider en otro metal: el platino. Las razones son un mayor costo de producción marginal; un uso industrial que da soporte al precio si la economía mundial se recupera con fuerza; y, por el lado inverso, una industria de joyería que puede beneficiarse de un efecto sustitución si el oro sube demasiado. “Con el platino estás en el sweetspot para los diferentes escenarios de liquidez y crecimiento en el mundo”, sentencia. Schinder.