Diario Cronista de Argentina
Red Iberoamericana de Prensa Economica (RIPE)
El secretario de Comercio de Argentina, Augusto Costa, hizo pública una denuncia sobre una “operación de prensa” ligada a la notoria falta de tampones que acusan farmacias y comercios.
Sin embargo, en la misma entrevista radial, Costa aceptó que los tampones son importados en su totalidad y contraatacó: “Fue una especie de corrida contra el tampón”.
Al margen de la anécdota, que alimentó el ingenio en las redes sociales durante todo el día, lo concreto es que por este motivo se generó un cruce de espadas, entre quienes señalan que las importaciones están totalmente cerradas por escasez de divisas y aquellos que apuntan que no hay problemas con los dólares necesarios para importar.
Por un lado, Miguel Ponce, gerente general de la Cámara de Importadores, informó que “hasta el 5 de enero no se aprobó ningún formulario (de importación de tampones)” a los que sumó una queja contundente por el cierre de los permisos.
Por otro, Alejandro Vanoli, el titular del Banco Central de la República Argentina (BCRA), salió a decir que “es absolutamente falso que haya restricciones de pago de importaciones”.
La irreductible posición en uno y otro lado no describe el verdadero escenario. El propio secretario de Comercio, en ocasión de su insólita alocución sobre los tampones, reconoció que estaba bajo estudio una medida para “extender” el monto de los permisos de importación para Tierra del Fuego, donde se ensamblan productos de electrónica.
A la vez, es oficial el ‘plan’ diseñado para que las automotrices se hagan de dólares. En ambos casos, implica necesariamente una restricción ‘consensuada’. Es decir, que las restricciones existen y ya forman parte del escenario económico e incluso son tenidas en cuenta por el Gobierno para llegar a acuerdos sectoriales.
Por supuesto, con los tampones pasa lo mismo que con cualquier otro bien: la escasez genera más escasez. Costa se tomó el trabajo de explicar que “hablando con una colaboradora de acá de la Secretaría de Comercio me dice que a principio de diciembre se compró tres cajas de 800 tampones. Y así salieron muchas mujeres, entonces fue una corrida contra el abastecimiento del producto” a lo que Ponce, –que nunca supo que hubiera en el supermercado cajas de 266,6 tampones– respondió “sabemos que hubo un retraso no solo en otorgarlos (los permisos), sino además en permitirles a las empresas el acceso al mercado cambiario. El faltante de tampones se viene dando en los últimos meses, pero se agudiza ahora cuando hay mayor demanda”.
Si bien no existe un mercado de tampones blue, sí ayer se comercializaban por Mercado Libre a un 100% de su precio original y los vendedores relataban por radio que no paraban de vender. Tampones de la marca brasileña OB, por ejemplo, en caja de 20 unidades valen $ 50 pero ayer había que pagar $ 130. La fiebre por conseguirlos, es decir, el miedo a la escasez, genera aumento de demanda y por ende un recrudecimiento de la falta de oferta. De esa forma, cualquier proveedor deberá realizar un pedido más importante de dólares para poder reponer su stock.
Algo parecido parece suceder en el mercado del dólar, donde algunas versiones fruto de las investigaciones realizadas han dejado trascender de la existencia de dólares falsos iraníes en el mercado argentino, que ya comienza a generar el escepticismo de quienes suelen comprar y vender en el blue. ¿Un invento del Gobierno para evitar las operaciones en el mercado informal? No parece. En rigor, la situación es más común de lo que se cree, ya que según algunos cálculos, tan sólo en EE.UU. circulan unos US$ 70 millones en billetes falsos, siendo los más populares los de US$ 20 y US$ 100 provenientes de Perú, Irán y Rusia.
De China, sólo vienen yuanes, que el BCRA sigue transformando en reservas. Ayer, por caso, sumó el equivalente a US$ 400 millones por lo que las reservas se acomodan por encima de los US$ 31,000 millones, cristalizando ya la incorporación de un 25% del acuerdo de swap con China por US$ 11,000 millones.
Otro sector que el Gobierno toma nota es el de las tasas. El Banco Central bajó las tasas que paga por sus Lebacs y de esa forma se puso a tiro para bajarle las tasas de interés a los productos bancarios.
El motivo de este movimiento es la necesidad del Gobierno de transitar un año más ‘expansivo‘ en la economía, que permita revertir la actual recesión de cara a las elecciones de octubre.
Controladas las expectativas de devaluación y bloqueada la negociación con los holdouts, el Gobierno apuesta a su llave maestra para destrabar una economía estancada: el consumo. Muchos pesos, menos dólares y pocos tampones: eso sí; pagados con dólares verdaderos, por favor…