Nueva Delhi (AFP).- Mohan Lal hace una mueca de asco cuando le recuerdan las consultas médicas por su asma en hospitales vetustos, sucios y abarrotados de Nueva Delhi. La apertura en su barrio de una clínica gratuita le ha cambiado la vida.
Como millones de habitantes de la capital con ingresos modestos, Mohan Lal vivía como una fatalidad su paso por hospitales públicos hacinados, las horas de espera en medio de un calor sofocante en pasillos infestados de mosquitos, con camas que había que compartir por falta de espacio…
Por eso se alegra tanto de la clínica abierta en su barrio, con sus salas de espera impolutas, con aire acondicionado y tecnología de última generación que hicieron entrar el sistema sanitario de Nueva Delhi en el siglo XXI.
El gobierno de la capital ha construido un centenar de clínicas gratuitas, sobre todo en los barrios pobres, cumpliendo una promesa electoral de 2015. Les otorgó este año un presupuesto de unos US$ 790 millones.
El hospital está lejos de mi casa, tenía que caminar mucho tiempo para luego esperar horas en pasillos que olían a sudor”, recuerda Mohan Lal.
En la clínica destaca un nuevo instrumento que permite, con un sólo análisis de sangre, efectuar unas 50 medidas fundamentales, como el nivel de colesterol o de azúcar.
Evitar el sistema público
En una ciudad donde la diabetes, el dengue, la hepatitis y el tifus están muy extendidos, el pequeño aparato rectangular proporciona un diagnóstico casi instantáneo que agiliza el tratamiento.
Los resultados de la mayoría de los test están disponibles en dos minutos y se pueden consultar desde los teléfonos móviles o las tabletas de la clínica, tanto por médicos como por pacientes.
“Las tecnologías de la información marcan realmente la diferencia”, explica el ingeniero indio Kanav Kahol, que ha contribuido a crear este medidor con el que espera equipar a todas las clínicas nuevas de la capital india.
Inicialmente, el aparato se había fabricado para el sistema público, donde la atención médica es gratuita. Pero Kanav Kahol afirma que otros países mostraron interés por esta máquina, que cuesta 1.000 dólares.
“Nos ha sorprendido ver que en otras partes del mundo estaban interesados en fabricar el aparato que hemos desarrollado en India”, explica este ingeniero, de 37 años.
En 2014, India sólo gastó el 1.4% de su PBI en su sistema sanitario, según el Banco Mundial, es decir menos que Afganistán (2.9%).
Ante la falta de inversión, los indios hacen todo lo posible por evitar el sistema público cuando pueden permitírselo, y se decantan por las clínicas privadas.
El problema es que una consulta médica privada puede costar 1.000 rupias (15 dólares), una suma impensable para millones de indios que viven con menos de dos dólares por día.
“Un buen comienzo”
“Tengo cuatro hijas y siempre hay una enferma. No puedo permitirme un tratamiento privado”, explica Kamta Devi, una lavandera de 50 años, en una clínica del sur de Nueva Delhi, “Aquí ni siquiera tengo que pagar transporte porque vivo al lado”.
Los médicos de la clínica son conscientes del progreso extraordinario que supone, pero insisten en que todavía no está a punto.
“A veces la velocidad de internet es muy baja o no hay electricidad. Y algunos pacientes piden recetas escritas a mano porque no están acostumbrados a los ordenadores o las tabletas”, explica la doctora Alka Choudhary.
Además “por el momento las clínicas no están conectadas a nivel informático con los hospitales, lo que impide que tengamos acceso al expediente médico de un paciente ingresado de urgencia”, añade.
“Estamos en el comienzo -dice. El sistema todavía no es perfecto, pero es un buen comienzo”.