(Bloomberg).- Durante más de dos años, los mercados han incorporado a los precios un endurecimiento monetario mucho menor que el indicado por los “puntos azules” de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que representan las estimaciones sobre el futuro rumbo de las tasas de interés que hacen miembros específicos del Comité de Mercado Abierto.
Es probable que la sorpresiva elección de Donald Trump afecte esa divergencia por dos motivos, y las implicaciones para el mercado difieren según cuál de los dos se imponga en los próximos meses.
De la comparación de la mediana de los puntos azules de la Fed con lo que implican los precios de los contratos de tasas de interés a futuro emerge un panorama interesante. Luego de seguir ambos con atención, en el primer trimestre del 2014 empezó a aparecer una brecha, que creció y persistió a pesar de que ambas líneas han tendido al descenso con unos cuantos altibajos por el camino.
Si bien aún hace falta un análisis definitivo que explique por qué la Fed ha dado constantes indicios de tasas de interés más altas, se han sugerido varias razones, entre ellas un excesivo optimismo económico por parte del banco central –que también ha llevado a reiteradas revisiones a la baja de los pronósticos de crecimiento-, así como diferencias de sensibilidad entre los funcionarios de la Fed y los actores del mercado a las consecuencias de acontecimientos internacionales y cambios del valor del dólar. Por otra parte, como los resultados han validado el punto de vista de los mercados, algunos hasta han sugerido que los operadores guiaban las políticas de la Fed en lugar de ser al revés.
A juzgar por la primera reacción del mercado a la elección presidencial, la solidez de esa brecha entre los pronósticos de los funcionarios y del mercado en relación con las tasas de interés bien podría comprobarse en los próximos meses, por dos motivos.
En primer lugar, los operadores han adoptado con rapidez una perspectiva económica reflacionaria sobre la base del contenido de las declaraciones que ha hecho Trump después de la elección, en particular los elementos de impulso al crecimiento de su estrategia económica (entre ellos el gasto en infraestructura, la reforma impositiva empresarial y la desregulación), así como su falta de énfasis en las medidas proteccionistas en las que hizo hincapié en la campaña, que expondrían la economía a presiones estanflacionarias a corto plazo (tales como imponer aranceles a China y a México y desmantelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte).
El tono ha reforzado el contenido. En el discurso del 9 de noviembre, el presidente electo transmitió un mensaje inclusivo y conciliador que se vio reforzado por las declaraciones de líderes de ambos partidos políticos, entre ellos Hillary Clinton, el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan y el presidente Barack Obama.
El tono menos beligerante y la concentración en una agenda de impulso al crecimiento han mejorado el sentimiento del mercado, lo que ha derivado en el alza de las acciones y el establecimiento de un nuevo récord del Índice Industrial Dow Jones. En respuesta, y a pesar de que aún es prematuro, algunos analistas ya se sienten inclinados a revisar al alza sus pronósticos económicos para los Estados Unidos y los efectos positivos para la economía global.
Según cómo proceda el presidente electo de ahora en adelante, esas expectativas podrían no ser el único factor que influya en el cambio de precios de los mercados de tasas de interés, que ya han comprendido un salto a 2.14% de los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años. Un segundo factor se relaciona con los indicios postelectorales de algunos asesores económicos de Trump que parecieron cuestionar la efectividad de un prolongado estímulo del banco central y manifestaron su temor a que esas medidas estuvieran creando una “falsa economía”. Esos indicios siguieron a las críticas durante la campaña a la independencia de la Fed y a la competencia de sus autoridades.
Si esas señales se hacen más frecuentes en las próximas semanas, y no es seguro que así sea, la posible convergencia de las estimaciones sobre las tasas de interés seguiría un rumbo diferente. Al desencadenar temor en el mercado respecto de la autonomía operativa de la Fed, algo que ha beneficiado a la economía de los Estados Unidos, los rendimientos más altos de los bonos probablemente se verían acompañados de acciones más débiles, lo que supondría un riesgo para el crecimiento económico.
La llegada de Trump a la Casa Blanca es más que un cambio político sísmico. Ya ha generado cambios en los mercados y ejerce influencia en las estimaciones sobre las perspectivas económicas. Si continúa haciendo hincapié en los elementos positivos de su agenda económica, se abstiene de tomar medidas que puedan significar el riesgo de una estanflación y todo eso se refleja en un trabajo constructivo de instrumentación con el Congreso, su gobierno puede alentar una convergencia de las tasas de interés con un mayor crecimiento económico y más estabilidad financiera.
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