(Bloomberg View).- Mientras los estadounidenses se preparan para acudir a las urnas tras una de las campañas electorales más extrañas, he aquí algunas consideraciones que los inversores deberían tener presentes.
La carrera presidencial se ha vuelto más reñida en los 10 últimos días, pero muchos pronosticadores y sitios de apuestas continúan anticipando una victoria de Hillary Clinton.
Si su triunfo llega con resultados de candidatos no presidenciales que prolongan el bloqueo en el Congreso -el resultado más esperado para las elecciones del poder legislativo-, los mercados probablemente reaccionen con una calma relativa y de una forma mesurada. La renta variable, al igual que los bonos y las divisas, se mantendrían dentro del rango esperado.
He aquí dos supuestos de mercado ante los posibles resultados electorales, que provocarían no solo una brusca oscilación de los índices sino también cambios notables en su composición.
Si Donald Trump gana las elecciones presidenciales y también confirma su intención de actuar con rapidez respecto a posiciones políticas que alteren las tradicionales relaciones comerciales (como la imposición de aranceles a productos chinos o mexicanos o la revocación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte), es probable que se produzca una oleada de ventas en la renta variable. Estas ventas serían incluso más acusadas si Trump alimenta la incertidumbre sobre la conformación futura del sistema financiero proponiendo una derogación inmediata de la ley Dodd-Frank sin ofrecer una alternativa creíble.
Según este primer supuesto, la convulsión en los mercados de renta variable haría que aumentaran los diferenciales de las primas de riesgo tanto de los bonos con grado de inversión como de la deuda corporativa de alto rendimiento. La reacción de los mercados de deuda soberana probablemente sería más sutil.
El valor nominal de los bonos del Tesoro probablemente sería objeto de presiones por las expectativas de una caída del crecimiento y de una inflación más alta -a no ser que Trump reitere su ataque a la Reserva Federal, en cuyo caso se daría un aumento de las rentabilidades-. Las perspectivas para los valores sensibles a la inflación -especialmente los bonos del Tesoro protegidos contra la inflación o TIPS (de sus siglas en inglés)- serían menos ambiguas ya que los mercados probablemente revisarían al alza sus proyecciones sobre la probabilidad de un aumento de la inflación derivado de las medidas fiscales.
El otro supuesto, el triunfo de Clinton junto con una gran victoria de los demócratas en el Congreso probablemente provoque una oleada de ventas de la renta variable que implicaría unos movimientos más bruscos en algunos sectores concretos (como el farmacéutico o la energía tradicional). El mercado de bonos también sufriría presiones por el aumento de la probabilidad de medidas de estímulo.
No obstante, los dos resultados posibles impactarían en los mercados de divisas de forma muy distinta. En el caso de una victoria de Trump que se traduzca en medidas contra el comercio, el dólar se apreciaría. Si bien una guerra comercial perjudicaría tanto a Estados Unidos como a sus principales socios comerciales en un principio, en términos relativos Estados Unidos tendría menos que perder ya que tiene una economía menos abierta. En cambio, una victoria demócrata llevaría a una corrección del dólar.
¿Cuáles serían los pronósticos a largo plazo?
En el supuesto de una presidencia de Clinton y un bloqueo del Congreso, el promedio de los pronósticos apunta a una prolongación de dos características que han propiciado la estabilidad relativa de los mercados y han sostenido los precios de los activos financieros: un crecimiento bajo pero estable y la contención de la volatilidad financiera. En mi opinión, esta visión promedio probablemente se vea cuestionada los próximos años en ambos aspectos.
En primer lugar, el período prolongado de bajo crecimiento está alimentando elementos que propiciarán su propia alteración. De hecho, el auge de los movimientos anti-establishment en Estados Unidos y Europa es solamente uno de un conjunto de elementos perturbadores de la “nueva normalidad” que incluyen factores políticos, económicos, financieros e institucionales.
En segundo lugar, hay que cuestionar e incluso dudar de la efectividad de los bancos centrales en la contención de la volatilidad de los mercados financieros. Algunas instituciones han mostrado una capacidad cada vez más reducida para desempeñar este papel. (Un ejemplo claro es el Banco de Japón, cuya influencia sobre el valor del yen se ha debilitado significativamente).
Otras, como la Reserva Federal, han mostrado una falta de voluntad para continuar como antes. Y en la mayoría de los casos, incluyendo el Banco Central Europeo o el Banco Popular de China, esta reticencia también está alimentada por el riesgo creciente de daños colaterales y consecuencias no buscadas.
Respecto a la posible duración de estas oscilaciones de los mercados ante los dos resultados, no sería muy acertado buscar consuelo en la recuperación del Reino Unido tras la votación a favor del Brexit.
Los mercados estadounidenses tienen una prominencia mundial mucho mayor, dado el estatus del dólar como moneda de reserva y la medida en que otros países externalizan parte de sus funciones de intermediación financiera a los mercados estadounidenses. Como resultado, las consecuencias de un incremento acusado de la volatilidad probablemente sean más profundas y más duraderas. Súmese a esto el temor legítimo a un posible déficit de liquidez en el mercado, por lo que la probabilidad de movimientos perturbadores no debería descartarse a la ligera.
Ante todos estos factores, no debería sorprender que los indicadores de mercado de la volatilidad futura hayan aumentado en la última semana mientras que los mercados de renta variable han registrado una caída. El consuelo de que el impacto de las elecciones en el mercado sería benigno y a corto plazo queda en entredicho por dos razones: el hecho de que la carrera presidencial a la Casa Blanca últimamente se haya vuelto más reñida y la medida en que la estabilidad artificial del mercado se ve amenazada por un conjunto creciente de elementos económicos, financieros, institucionales y políticos que causan perturbación a largo plazo.
Por Mohamed El-Erian.
Esa columna no refleja necesariamente la opinión de la Comisión editorial ni de Bloomberg LP y sus propietarios.