(Bloomberg).- Durante la campaña, un grupo de banqueros provenientes de todo el país – con pasajes aéreos en mano – esperaban poder conocer al candidato republicano Donald Trump en carne y hueso en la Trump Tower en el centro de Manhattan en Nueva York.
Tendrían la oportunidad de oír de sus propios labios qué quería hacer con su sector. A último momento, empero, Trump canceló y decidió estar en otra parte, de modo que nunca tuvieron esa oportunidad.
No fueron los únicos. Trump, el presidente electo, no dedicó demasiado tiempo de su campaña a hablar sobre los bancos – ni cerca tanto como Hillary Clinton lo hizo en su batalla con Bernie Sanders en las primarias. Para Wall Street, que detesta lo impredecible, Trump es una incógnita.
Hay una cosa que es clara: los operadores están nerviosos con respecto a Trump. Previendo su victoria, los futuros sobre acciones estadounidenses cayeron 5% y los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años avanzaron en su nivel más alto desde que el Reino Unido votó en junio a favor de salir de la Unión Europea. La agitación se aplacó al instalarse la noticia de su triunfo.
Moratoria de normas
Una Casa Blanca con Trump fue un resultado que los banqueros nunca pudieron evaluar. ¿A quién recurrirá para estar al frente del Departamento del Tesoro?
¿Quién cumplirá su promesa de tratar de reemplazar a la presidenta de la Reserva Federal (Fed), Janet Yellen? ¿Qué hará exactamente con la Ley Dodd-Frank? Las respuestas han sido imprecisas.
“Con Trump, es difícil saber. No hay ningún indicio de que la regulación financiera sea un tema destacado para él”, dijo Justin Schardin, experto en política financiera en el Bipartisan Policy Center.
Trump dijo en agosto que emitiría una moratoria temporaria para nuevas regulaciones. (¿Esa medida frenará las normas sobre capital bancario que no han entrado en vigor?)
Ha dicho que rechazaría Dodd-Frank. (¿Tiene pensado cambiarla por nuevas regulaciones para impedir que los bancos se deslicen hacia el Salvaje Oeste?)
También ha dicho que volverá a erigir la muralla de la Ley Glass-Steagall entre la banca comercial y la banca de inversión. (¿Eso no es acaso una nueva regulación?)
Wall-Street ha invertido miles de millones de dólares para cumplir con Dodd-Frank, y ha transformado la manera en que los bancos hacen negocios.
Las entidades crediticias más grandes están íntimamente familiarizadas con la mayor parte de su territorio, después de haber peleado prácticamente por cada pulgada de la ley durante los seis últimos años.
¿Qué significa cuando Trump dice que quiere echarla por tierra? El sector no tiene idea, pero librarse de la legislación podría resultar pesado. Los demócratas debatieron sobre la política relativa a Wall Street durante sus primarias, pero el tema no fue un rasgo central de la contienda republicana.
No saber cuesta dinero. Los modelos de negocios de los bancos probablemente deban ser modernizados si se implementan grandes cambios, y cada vez que se gesta una gran reforma, las empresas gastan mucho en asesoramiento jurídico y en cabildeo.