Cannes (AFP) .- Para los productores y directores de cine británicos que tratan de cerrar negocios en el Festival de Cannes, la perspectiva del Brexit se asemeja a una película de ‘suspense’, con aires de terror.
“Tenemos el corazón roto”, explica la productora Elizabeth Morgan Hemlock, que tiene entre manos un documental sobre los servicios de inteligencia dirigido por un realizador francés. “He estado viajando por Europa durante 20 años, ya fuera para coproducciones en la isla de Gran Canaria (España) o en el Festival de filme de Berlín”.
Con la próxima salida de Reino Unido de la Unión Europea, “nos preocupa que las leyes cambien y que todo se vuelva más difícil de lo que ya es”, asegura, lamentando que les estén “separando” de sus “colegas” en el continente.
Las consecuencias que tendrán los mayores controles en las fronteras para una industria abierta al mundo y las posibles restricciones a la financiación europea centran las preocupaciones de los profesionales.
Los recursos acordados por la Unión Europea permitieron financiar en los últimos años grandes éxitos del cine británico como el “El discurso del rey”, que valió un Óscar en 2011 a su director, Tom Hooper, y “Yo, Daniel Blake”, de Ken Loach, Palma de Oro en Cannes el año pasado.
La industria del cine británico está ampliamente financiada por capital exterior. Según el Instituto Británico del Filme, las inversiones extranjeras representaron el 86% de los 2,200 millones de euros destinados a producciones del Reino Unido en el último año.
Una mala noticia
En Cannes, donde al margen del Festival se celebra estos días el mayor mercado de cine del mundo, varios productores europeos se muestran por su parte reticentes a trabajar con las firmas británicas mientras el escenario posBrexit -que resultará de las negociaciones entre Bruselas y Londres- no esté más claro.
“Somos una empresa internacional, que trabaja con agentes de todo el mundo, a menudo en Estados Unidos. Y nos dicen ‘Si pueden, eviten embarcarse en nuevos proyectos de producción con los británicos’”, explica el productor alemán Jens Meurer. “No es para castigar al Reino Unido. Es que no es una buena noticia para nadie”, añade.
Algunos productores podrían incluso decidir filmar en inglés en otros países como Alemania y Bélgica, por ejemplo, con actores estadounidenses, según Meurer.
En el plano técnico, los profesionales también tienen mucho que perder: a Emjay Rechsteiner, productor holandés de “El doble del diablo” (2012), le preocupa no poder seguir trabajando con los técnicos de sonido británicos, “los mejores de Europa”, dice.
Algunos, no obstante, tratan de ser optimistas.
Durante una conferencia sobre el Brexit en el Festival de Cannes, una jurista de Bruselas, Sunniva Hansson, aseguró que el Reino Unido no tiene porqué renunciar a las ventajas fiscales que se ofrecen a las producciones de películas, ni alterar sus estructuras jurídicas que permiten coproducir en Europa.
Además, algunos países, como Ucrania que no pertenece a la UE, tienen acceso a los mecanismos de ayuda de Bruselas. Desde 2007, los cineastas británicos recibieron casi 130 millones de euros del programa Media de la UE.