Milagros Sánchez V.
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¿Quién no hizo un ‘pandero’ con los amigos o la familia? La mayoría acertaría que lo hizo o al menos escuchó que alguien lo hizo, pero su dinámica no está muy lejos de las finanzas, ya que según Jorge Cortez Cumpa, director de Pregrado de la Universidad ESAN, es un digno ejemplo que los fondos de pensiones de jubilación deberían seguir.
Para entender su comparación, desmenuzaré el término “pandero”, o comúnmente llamado “junta”, es la actividad constituida por un grupo de individuos que deciden contribuir de manera periódica a una caja común o ‘pozo’. Una vez formado ese ‘pozo’, los fondos son otorgados, a cada uno de los miembros del grupo, en forma rotativa.
Lo curioso de este sistema es que cada uno sabe lo que tendrá que aportar, y en consecuencia, lo que recibirá. Según el Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad ESAN, es una muestra representativa de cómo deberían funcionar los fondos de pensiones, a través del manejo efectivo de los ‘pagos actuariales’.
La ciencia actuarial se encarga de convertir una suma global de hoy en pagos futuros recurrentes, pero basados en ciertas características como por ejemplo: determinar el número de pagos futuros y el intervalo entre ellos, y la tasa apropiada de reembolso que capture el riesgo de tales pagos futuros.
Esta tasa debe variar según el intervalo de pago multiplicado por la tasa anual de reembolso por los intervalos en año, es decir, si mi tasa anual de reembolso es del 8%, y los pagos se hacen mensualmente (una vez cada 0.0833 años = [1/12]), entonces el reembolso por intervalo de pago será igual a 8% * 0.0833 = 0.67%.
Pero lo más importante es que el cálculo del valor de los pagos futuros debe asegurar que el valor actual será igual al valor de la suma global, y para Cortez esta es una de las principales falencias del Sistema Privado de Pensiones, porque no se calcula el valor relativo al fondo actuarial, es decir, no se define cuánto tengo que ahorrar para que al cumplir 65 años pueda mantener mi nivel de vida por unos 10 o 15 años más.
“El tema es simple, pero se complica cuando el aportante no sabe cuánto va a vivir, y aquí sí hay una irregularidad porque la medición de la SBS en cuanto al cálculo de la esperanza de vida de 110 años no fue hecho de manera integral, seria y profesional”, acotó.
Así, declaró que el sistema necesita más economistas e ingenieros actuariales que pongan las soluciones ‘sobre la mesa’ y definan claramente cuánto es lo que un peruano debe aportar y en qué intervalos.
Otro de los puntos débiles que resaltó fue que la SBS debería tener un papel más activo, otorgar un buen informe, y afianzar la comunicación entre la entidad y el aportante, ya que “hay mucho ruido y en realidad no sabemos si es necesario o no, es una caja de pandora que devuelve muchas incógnitas y dudas”.
¿Por qué el trato entre dependientes e independientes debe ser por separado? Se pregunta el decano, ya que ambos son trabajadores y merecen una pensión de jubilación digna, simplemente “no hay ninguna razón para crear esa diferencia entre ellos”.
“El sistema de pensiones del año 1993 fue una definición de supervivencia porque estaba quebrado, pero ahora es un tema de afinamiento, principalmente, en el otorgamiento de la información correcta”, subrayó.
En tanto, dijo que el peruano debe ser consciente de su jubilación y tener ‘más cultura previsional’.
“Un joven de 30 a 35 años no piensa en el futuro y posiblemente no ahorre, pero una persona que sobrepase los 40 años ya analiza la situación y se cuestiona cuál será su destino cuando ya no trabaje. Es un tema intergeneracional, y por ello es difícil de manejar”, agregó.