(Bloomberg) Ciudades que van desde la ártica Helsinki hasta la ecuatorial Singapur analizan los beneficios de crecer hacia el centro de la tierra.
Desde un parque subterráneo en una terminal centenaria de trolebuses en Manhattan hasta la pirámide subterránea invertida de 300 metros en México D.F. –llamada “Rascatierra”- los arquitectos están volviendo a imaginar espacios para la gente y no sólo para infraestructura en las ciudades del futuro.
“Existen verdaderas oportunidades de desarrollo subterráneo para ajustarse a la densidad en el caso de ciudades que ya están sobre-pobladas o que están creciendo”, dijo Clara Irazábal, profesora adjunta en la Escuela de Posgrado de Arquitectura, Planificación y Preservación de la Universidad de Columbia, en Nueva York. “Es algo que puede ampliar la eficiencia, reducir los tiempos de viaje y mejorar la calidad de vida”.
Singapur proyecta un laberinto subterráneo de 20 hectáreas (49 acres) que podría albergar a 4,200 científicos e investigadores en laboratorios insonorizados y centros de datos hechos en cuevas, según JTC Corp., un promotor inmobiliario que encargó un estudio de factibilidad para el proyecto.
La ciudad-Estado inauguró la primera planta subterránea de almacenamiento de petróleo en el sudeste de Asia este mes, liberando en la superficie un espacio que es tres veces el tamaño de Grand Central Station de Nueva York para la fabricación de sustancias químicas.
El proyecto culmina un esfuerzo de 30 años destinado a crear un polo petroquímico. Comenzó cuando los funcionarios fusionaron siete islotes costeros y luego gastaron 950 millones de dólares de Singapur (US$749 millones) en excavar cavernas en la roca que pueden contener suficiente hidrocarburo líquido como para llenar 600 piscinas olímpicas.
Hacia abajo
“Cuando nos quedamos sin espacio, miramos hacia abajo”, dijo Yeoh Keat Chuan, director ejecutivo del Consejo de Desarrollo Económico de Singapur. “Teníamos que buscar formas creativas de encontrar espacio”.
Con 5.4 millones de habitantes, Singapur tiene la misma población que Finlandia apiñada en una fracción de territorio. Su horizonte ya está atiborrado, con más de 4,000 rascacielos. Sin embargo, las ciudades que analizan posibilidades de desarrollo subterráneo podrían mirar a los finlandeses, que vienen haciéndolo desde que comenzaron a construir refugios contra los bombardeos rusos en los años 1940.
Helsinki, apodada la hija del Báltico, está rodeada de agua sobre tres de sus lados y se asienta sobre un lecho rocoso de granito que se presta para la construcción sólida. Pasi Aarnio, gerente de desarrollo de la constructora YIT Oyj, comparó a Helsinki bajo suelo con un “queso suizo”.
Abajo, hay un túnel ferroviario y pasajes de servicio para las líneas de electricidad y la calefacción, además de 20 espacios de estacionamiento y dos estaciones de autobuses.
Canchas, piscinas
Entre 10 y 20 metros bajo suelo, también hay una vida efervescente, desde sendas y centros comerciales hasta canchas de badminton pasando por un campo de juegos para niños, una cancha de hockey sobre hielo y una piscina de 50 metros.
“Abajo hay otro mundo”, dijo Eija Kivilaakso, urbanista que colaboró en el plan director de 2010 destinado a trazar un mapa de los espacios subterráneos.
La planta municipal de tratamiento de aguas servidas opera bajo tierra; desde hace más de tres décadas, Helsinki extrae el agua potable del segundo lago más grande de Finlandia, Paeijaenne, a través de un túnel de 75 millas (120 kilómetros).
Y eso no es todo. El agua de mar escarchada se canaliza a través de túneles hasta un viejo refugio antibombas debajo de una catedral cristiana ortodoxa del siglo XIX, donde se utiliza para enfriar los servidores informáticos de un centro de datos de 2.900 pies cuadrados (269 metros cuadrados) construido debajo del sitio turístico. El calor generado por el centro, manejado por Telecity Group Plc, se canaliza para calefaccionar alrededor de 500 hogares.
30 metros
Una fortaleza marítima, situada en una isla a 15 minutos por barco desde el puerto sur de la ciudad, resulta accesible a través de un túnel de mantenimiento que también es utilizado por ambulancias.
“Hay tantos túneles que encontrar un espacio bajo tierra puede resultar difícil”, dijo Aarnio. “Está lleno hasta 30 metros. Por debajo de 30 metros, hay más espacio”.
Mega-ciudades asiáticas, tomen nota: los funcionarios de Helsinki proyectan desviar el tránsito por pasajes subterráneos para los camiones que abastecen las tiendas en el centro de la ciudad.
Las autoridades de Pekín ya tienen con qué trabajar, gracias a Mao Zedong, que ordenó la construcción de una segunda ciudad entera cuando escalaron las tensiones con los rusos a fines de los años Sesenta. Al no producirse la tan temida lucha nuclear, la red se sumergió en la oscuridad y el deterioro.
Muchas ciudades estadounidenses, encerradas en una cultura automovilística, piensan en túneles cuando se proponen trasladar una parte mayor de su tránsito y sus estructuras de servicios eléctricos y agua bajo la superficie, según Nasri Munfah, responsable de proyectos subterráneos para HNTB Corp., con sede en Kansas City, una firma consultora de ingeniería civil.
Obviamente
“Obviamente, al ritmo que los estadounidenses abandonan las localidades rurales por la ciudad, lo lógico es desarrollar estructuras subterráneas para que las ciudades sean soportables y sostenibles”, dijo.
En Montreal, donde la temperatura media baja en enero es menos 14 grados Celsius (7 grados Fahrenheit), existe una red peatonal subterránea de 19 millas (31 kilómetros) que conecta 30 cines, 200 restaurantes y casi 2.000 tiendas accesibles a través de 20 salidas al exterior y 10 estaciones de metro.
No siempre las cosas salen de acuerdo con lo planeado. En el caso de Atlanta, las estructuras subterráneas de la época de la Guerra Civil que funcionaron como bares clandestinos durante la Ley Seca fueron transformadas en 1969 en un distrito de entretenimiento con bares como “Scarlet O’Hara” para atraer a la gente al centro. Sin embargo, la novedad se agotó rápidamente, se instaló el delito y “la ciudad bajo la ciudad” se convirtió, por el contrario, en un costoso elefante blanco que fue puesto en venta.
Este anhelo de la humanidad de construir bajo tierra existía hace varios milenios, en tanto las ruinas más notables se encuentran en Turquía actual sobre el paisaje lunar de Anatolia.
Laberinto turco
El complejo arqueológico de Derinkuyu en Capadocia es un enorme laberinto de cuevas y túneles que dan una idea de lo que fue, probablemente durante la Edad del Bronce, una ciudad subterránea entera de 50,000 habitantes con pruebas de dormitorios, cocinas, capillas –hasta un lagar y un establo para caballos.
Los reinos subterráneos han capturado la imaginación de los escritores, desde el clásico “Viaje al centro de la Tierra” de Julio Verne hasta la serie de ciencia ficción “City of Ember” (La ciudad de la oscuridad).
Una de las atracciones más grandes de Nueva York es la High Line, un parque elevado construido sobre 1.5 millas de vías de ferrocarril en desuso que corren por el West Side. Inspiró una campaña de Kickstarter para crear una Lowline que transformaría en parque un emplazamiento ferroviario en el Lower East Side utilizando tubos de fibra óptica para canalizar luz del sol bajo tierra. Para abril de 2012 había recaudado más de UD$150,000, un tercio más que el objetivo.