¿Cómo fueron sus inicios?
Nuestra historia se inició en 1967 en el Valle de Virú (La Libertad) con un pequeño proyecto avícola en el que criábamos 2,000 pollos bebés. Desde ese año, se dieron muchos cambios, pero no fue sino hasta inicios de los 90 cuando, gracias al poder de acceso a la propiedad de la tierra, empezamos a diversificar, pasando de ser una empresa solo avícola a una agroindustrial. Así, gracias a la tecnología de riego proveniente de Israel, comenzó el boom agroexportador; y, de manera simultánea, en Ica y Trujillo (Virú), se inició el boom del espárrago.

Hacia el 2005 dimos un giro al negocio. El éxito obtenido con el espárrago quizá había limitado el desarrollo de otros productos. Es así como decidimos incursionar en la ganadería, división en la que hoy somos la primera empresa del país, produciendo 85,000 litros de leche por día. Asimismo, empezamos a trabajar en el rubro de fruticultura, con proyectos de palto, y con una proyección interesante de berries en la actualidad. Así, hoy nuestras principales actividades son la avicultura, la agricultura y la ganadería, las cuales se desarrollan en sinergia.

Siempre apostamos por desarrollar nuestros negocios al interior del país, pues consideramos que ahí está todo por hacerse.

¿Qué factores impiden acelerar sus planes empresariales?
Si bien antes podíamos bandearnos con poca infraestructura, hoy los proyectos son bastante más grandes, por lo que esa deficiencia se convierte en un factor crítico y limitante hacia adelante. Por ejemplo, el éxito que tuvimos en la costa hace algunos años, tratamos de replicarlo en la sierra, pero aún estamos en deuda con ellos. No hay una conexión real de la serranía. Pese a que La Libertad está conectada, su parte este es una de las más desconectadas del país.

Asimismo, en la ganadería se necesitan canales de irrigación para mantener el alimento de ovejas permanente todo el año, y que permitan incorporar nuevas razas, tanto cárnicas como lecheras. Esto es un trabajo conjunto con el Gobierno, pues el agricultor no puede acceder a él por falta de infraestructura básica. Con el proyecto de irrigación en Chavimochic, actualmente se exportan alrededor de US$ 400 millones, y pronto estaremos arriba de los US$ 1,000 a US$ 1,500 millones. Pero el cálculo no contempla que para que esto sea realidad se necesita convocar a unos 20,000 trabajadores en la zona, para lo cual es necesario contar con los servicios de saneamiento, salud y educación.

¿Qué retos percibe para el logro de un desarrollo sostenible?
En ganadería, no contamos con campos extensivos para pastoreo ni somos productores de granos, con lo cual nos vemos limitados en las fuentes para desarrollar la industria lechera. Por ello, haciendo uso del desarrollo tecnológico, estamos creando el primer laboratorio de transferencia embrionaria del país, el cual nos permitirá elevar la eficiencia de preñez, e implantar razas de alto valor productivo. Así, por ejemplo, seleccionaremos a las supermadres productivas, y en vez de tener dos crías, ese número podría elevarse a 200.

Creo que por primera vez en la historia tenemos la oportunidad de convertirnos en un país desarrollado. Pero los peruanos hemos estado acostumbrados a hacer las cosas solos, mientras el Estado avanzaba con un plan un poco de espaldas a lo que hacían los empresarios. Por ello, creo que el único camino viable para lograr el desarrollo es que se enriquezca la relación entre Estado y empresa privada.

Deberíamos tener el compromiso, a pesar de las dificultades, de acercarnos al Estado de manera distinta, no tan confrontacional, sino más de visión común, para ver juntos un país inclusivo y desarrollado. Estamos en un sector bastante más maduro, y el consenso está, pero aún falta una planificación integral.