(Bloomberg).- En tanto Uber fue aporreado por su vínculo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el fabricante de autos eléctricos y ocasional competidor Tesla Inc. ha tolerado cómodamente su asociación con un mandatario que tiene índices de aprobación inferiores a los de cualquiera de sus predecesores en los primeros días en el cargo.
Uber Technologies Inc. perdió clientes y conductores, y fue objeto de una campaña por Twitter que alentaba a las personas a borrar sus aplicaciones de la empresa. La oposición obligó al máximo responsable ejecutivo de Uber, Travis Kalanick, a dimitir al Foro Estratégico y de Políticas de Trump.
Al mismo tiempo, Tesla enfrentó una reacción relativamente mínima, y no ha habido intentos comparables de boicotear los productos de la automovilística. El máximo responsable ejecutivo de Tesla, Elon Musk, ha dicho que no tiene planes de renunciar al comité.
El contraste es visto como una doble escala de valores en la sede de Uber en San Francisco. En conversaciones privadas, gerentes e inversores se han quejado de que Musk ha salido indemne de sus vínculos con un presidente polarizador y de su afiliación al mismo grupo de asesoramiento empresarial que Kalanick tuvo que abandonar, según personas que participaron en estas conversaciones.
“Eso no representa nuestra opinión”, dijo Jill Hazelbaker, portavoz de Uber. “Nadie que trabaja en Uber querría que otra compañía experimente lo que hemos experimentado nosotros en las últimas semanas”.
No fue esta la primera vez en que Uber vio con celos cómo Musk eludió los mismos obstáculos con que se ha topado la empresa de viajes compartidos. En diciembre, Uber desplegó una flotilla de vehículos autónomos en San Francisco sin solicitar una licencia para ello.
Cuando el Departamento de Vehículos Motorizados de California le pidió explicaciones, Uber señaló a Tesla, diciendo que solamente seguía el ejemplo de la automovilística.
“Lo que estamos haciendo hoy es exactamente como Tesla”, dijo entonces Anthony Levandowski, director del Grupo de Tecnologías Avanzadas de la compañía a cargo del proyecto de vehículos autónomos y otros.
Las autoridades no estuvieron de acuerdo. El Departamento de Vehículos Motorizados revocó las matrículas de los autos de Uber, en tanto los conductores de Tesla pudieron seguir permitiendo que sus autos robóticos los paseen por la ciudad.
En vez de presentar la solicitud como han hecho más de 20 compañías tecnológicas y automovilísticas—entre ellas Tesla, que lo ha hecho para el sistema autónomo que prueba, pero no para los autos con piloto automático–, Uber trasladó sus vehículos a Arizona.
Cada compañía está definida por la extraordinaria reputación de su líder fundador. En tanto Kalanick es visto como un fanático pugnaz de Ayn Rand y partidario del libre mercado, Musk es un genio que aporta cohetes, autos eléctricos, túneles que dispersan el tráfico, energía solar y otros chiches futuristas a la humanidad.
“Elon Musk ha creado totalmente la marca Tesla muy basada en su marca personal”, dijo Daniel Binns, director gerente de la consultora Interbrand, de Omnicom Group Inc. “Hay una enorme cantidad de ánimo positivo hacia la marca y, por ende, si hubiera una sensación de negatividad, podrían lidiar con ella”.
La marca Tesla —y por antonomasia, Musk— representa “una noble ambición: la visión es que el mundo sea más sostenible, proporcionando fuentes, autos y baterías de energía renovable”, dijo Binns. “Uber no tiene eso. No se la conoce como una empresa animada por una misión”.
Tesla rehusó hacer comentarios. Hazelbaker, de Uber, dijo: “Sabemos que hemos cometido errores en el pasado, y estamos trabajando duro para servir a los pasajeros, conductores y ciudades en todo el mundo”.