El presidente del grupo británico Virgin, Richard Branson, sumó un título más vasta carrera. A sus 62 años no dudó en vestirse como una azafata y atender a los pasajeros de uno de los vuelos de la línea aérea Air Asia, competencia de la suya.
Este inusual hecho fue parte de una apuesta que el magnate británico perdió con el propietario de la compañía asiática, su amigo Tony Fernandes. Así, se vio obligado a laborar como auxiliar de cabina en el largo trayecto entre las ciudades de Perth (Australia) y Kuala Lumpur (Malasia).
La apuesta que perdió Branson hacía referencia al equipo que mejor clasificación consiguiera en la Fórmula Uno del 2010, competencia en la que que ambas compañías aéreas tuvieron equipos: el Virgin Racing y el Lotus Racing. Los dos ‘teams’ terminaron la temporada con cero puntos, pero el de Air Asia X se colocó por delante del Virgin Racing de Branson tras conseguir mejores puestos en las carreras.
Pero ello no fue todo. Gracias al pago de su apuesta, la aerolínea asiática donó a la Fundación de Niños Starlight (Australia) unos 77 euros por cada asiento que se vendió en el vuelo en el que Branson hizo de azafata. Asimismo, dio el 10% de todas las ventas a bordo.
Branson explicó que tardó tanto tiempo en cumplir con su promesa por compromisos de trabajo, por haberse roto una pierna y por la dificultad de coordinar las agendas para el vuelo de Perth a Kuala Lumpur.