(Bloomberg).- Caramba. ¡Qué resultado! La ganancia operativa de Samsung Electronics Co. superó las estimaciones magníficamente. Eso pese a todas las malas noticias sobre teléfonos que explotaban, máquinas lavadoras que se autodestruían, una desaceleración en la industria electrónica y todo tipo de razones distintas de por las que la gigante coreana habría tenido que esperar un desastre.
O quizás en vez de decir pese a las malas noticias, deberíamos decir por ellas. Analistas del lado de las ventas habían estado esperando claramente una cifra mucho peor y tenían buenas razones para ser pesimistas. Quienes están involucrados en la compañía veían las cosas de manera diferente: los inversores han sido tolerantes con la empresa con un alza de 24% frente a su mínimo de septiembre.
Exactamente qué hay detrás del golpe no está del todo claro. Samsung publicó cifras solo para ventas -53 billones de wones (US$ 44,600 millones) frente a una estimación de 52.1 billones de wones para el trimestre concluido en diciembre- y para la ganancia operativa, que llegó a los 9.2 billones de wones frente a una estimación de 8.29 billones de wones. No obstante, analistas que hablaron con Bloomberg News apuntaron a la fortaleza en sus operaciones de semiconductores y pantallas: específicamente, chips de memoria y avanzadas pantallas LED orgánicas (OLED).
Ambas explicaciones tienen sentido dado que los precios de los chips DRAM, que son altamente volátiles, subieron. El rival Micron Technology Inc. proyectó sólidas ventas y ganancias en octubre y lo hizo nuevamente el mes pasado. La situación para las pantallas OLED es menos transparente, porque no se han convertido en un producto de consumo masivo como los chips de memoria, si bien Samsung aún domina esa categoría de producto y la demanda parece bastante sólida incluso en medio de la debilidad de los mercados mundiales de televisores y teléfonos inteligentes.
Además de los inversores que se apresuraron en excusar a Samsung por las debacles de sus lavadoras y Galaxy Note 7, el otro verdadero ganador será Jay Y. Lee. El descendiente y aparente heredero de Samsung pasó al directorio a fines del año pasado y casi tan pronto como ocupó su puesto tuvo que enfrentar dos series de desafíos externos: uno de los legisladores surcoreanos en medio de una investigación del presidente de la nación y la otra de inversores activistas en busca de drásticos cambios en la compañía.
Ninguno fue fácil, pero él sobrevivió y las acciones siguieron subiendo. Al entregar resultados que superaron las expectativas, Lee se anota una victoria en momentos en que realmente lo necesitaba. Nadie va a pensar que es la única razón para estas cifras más sólidas, pero sí lo ayudan a arremeter en contra de nociones -verbalizadas o no- de que Samsung está en problemas y que él no tiene lo necesario para liderar la compañía.
Esto significa que, por primera vez, tanto Lee como los inversionistas resultaron ganadores.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.