(Bloomberg) En los años que lleva supervisando el desarrollo de los autos deportivos Cayman y Boxster de Porsche, Stefan Weckbach nunca enfrentó un obstáculo como el que encontró a la hora de guiar al primer auto totalmente eléctrico de la compañía hasta el mercado: la acústica. Parece ser que los vehículos eléctricos son demasiado silenciosos como para que se los considere Porsche.
“Nuestros clientes son muy sensibles en materia de sonido”, dice Weckbach, que está al frente de una ofensiva de la marca destinada a introducir un sedán eléctrico en el 2019. “Nos dijeron, ‘Nos gusta el bramido de nuestros motores y esperamos algo similar en uno eléctrico’”.
En los dos últimos años, Weckbach encabezó un equipo formado por unas 30 personas para desarrollar el Mission E, un sedán cuatro puertas parecido a un Panamera en versión reducida.
Ese equipo -cada integrante tiene una especialización como diseño, logística o finanzas- puede recurrir a la reserva de Porsche de miles de expertos que enfrentan retos que van desde lo arcano (la fortaleza de las bisagras de las puertas) hasta lo fundamental (¿el modelo será un biplaza descapotable o un vehículo utilitario deportivo?)
La iniciativa de Porsche tiene lugar en un momento en que el sector comienza a prestar más atención a los autos eléctricos y la Unión Europea elabora normas que entrarán en vigor en el 2020 que ajustan considerablemente los límites de las emisiones de dióxido de carbono.
Mercedes-Benz creó una nueva marca, EQ, para sus autos de emisión cero. Audi, la marca gemela de Porsche en Volkswagen, está proyectando un vehículo utilitario deportivo a batería para 2018 y como mínimo dos autos eléctricos más para el 2020.
BMW, que lanzó su auto eléctrico urbano i3 en el 2013, está preparando un vehículo utilitario deportivo eléctrico y un Mini. Y Tesla tuvo buenas ventas de su Model S con un costo superior a US$ 65,000 y proyecta comenzar a vender el Model 3 por US$ 35,000 el año próximo.
Para el 2020, las ventas mundiales de vehículos propulsados a batería se cuadruplicarán hasta más de 1.2 millones, según la firma investigadora LMC Automotive.
“Todo el sector se está volcando a la movilidad eléctrica, y Porsche también tiene que estar”, dice Stefan Bratzel, un investigador del sector automotor en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bergisch Gladbach, Alemania.
Porsche presupuestó aproximadamente 1,000 millones de euros (US$ 1,100 millones) para el Mission E, lo cual incluye un nuevo taller de pintura y una sala de montaje en construcción cerca de la fábrica en Stuttgart donde fabrica el 911 y el Boxster.
La compañía dice que contratará a 1,400 personas para diseñar, comercializar y construir el auto, la mayoría de las cuales se incorporará en el 2018 cuando se aceleren los ensayos de producción.
Todavía no está determinado cuál será el próximo modelo de la línea, pero probablemente se anunciará mucho antes de que el Mission E salga al mercado. “Queremos encarnar el auto deportivo del futuro”, dice el máximo responsable de Porsche, Oliver Blume.
Con la ofensiva eléctrica, Porsche enfrenta riesgos más grandes que muchos de sus rivales. Pocos fabricantes de autos tienen seguidores tan leales como los de Porsche, y los fanáticos empedernidos del 911 se crisparon cuando su amada marca agregó vehículos utilitarios deportivos que se ajustan más al estacionamiento del supermercado que a las autopistas.
No obstante, la amplitud de la cartera de Porsche da suficiente margen como para acomodar a los eléctricos sin desgarrar el tejido de la marca. Obviamente, el 911 bajito, con su motor en herradura atrás, sigue siendo el producto más reconocible de la compañía, pero los vehículos utilitarios deportivos representan el grueso de las ventas de Porsche desde el 2011.
Para Sascha Gommel, analista de Commerzbank, “La cuestión es poder transformar la marca manteniendo vivos al mismo tiempo sus valores esenciales”.