Mitsubishi anunció, el último miércoles, pérdidas por 129,724 yenes – unos US$ 1,236 millones – durante su primer trimestre del año, que corresponde entre abril y junio, a tres meses de que se hiciera público el escándalo de la manipulación de datos sobre el consumo de combustible en sus autos.
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En cambio, el beneficio operativo de la compañía se desplomó 75.2% hasta los US$ 44,2 millones en comparación a similar periodo del año pasado; mientras que los ingresos de la japonesa se redujeron 14.3% alcanzando los US$ 4,000 millones.
Los resultados adversos de la firma se explicarían dado que, tras descubrirse el fraude, la empresa tuvo que detener la producción de los modelos afectados hasta el pasado 4 de julio, lo que le generó resultados adversos a nivel global.
A lo que suma, la caída de 43% que registraron sus comercializaciones en su país de origen, Japón. Estos resultados fueron dados a conocer por la automotriz en un comunicado de prensa.
En la misma afirmó que el retroceso en sus resultados se debe “a la drástica caída interanual del volumen de ventas de minivehículos” en Japón, que actualmente representan un 60% de sus ventas domésticas.