En 2005, Guillermo de Vivanco, director de Angel Ventures Peru, dejó el cargo de asistente financiero en Graña y Montero y optó por ser gerente de finanzas de una empresa de construcción de menor facturación, pero con bastante proyección.
“Pase de ser cola de león a cabeza de ratón y ese fue mi primer salto a emprender. La compañía creció 10 veces su valor en tres años y medio, y en ese momento me propusieron hacer un MBA en Perú, pero acabé yendo a Nueva York a especializarme en emprendimiento”, contó.
Según indicó, volver al país a dirigir un negocio de transacciones digitales le sirvió para detectar el problema del ecosistema de startups: no existía un fondo de capital de riesgo. Para ello se asoció a una empresa de México y pudo crear la primera red de ángeles inversionistas del Perú.
“También somos una startup porque estamos innovando con un tipo de capitales que no existían. Tratando de convencer a inversionistas tradicionales, acostumbrados a invertir en algo físico, fábricas, inmuebles, a invertir en tecnología. A ser socios minoritarios, a no tener el control”, dijo.
Para Guillermo de Vivanco, el reto de los emprendedores, además de dominar el inglés, va más allá de conseguir el financiamiento y encontrar una solución para el mercado. Hay que buscar los canales que lleven a la startup ante el usuario final. Para ello, deben salir a la calle y medir constantemente el feedback del público para mejorar sus productos y crecer en ventas.
Dijo que en la actualidad, los capitales riesgo (VC), inversionistas ángeles e instituciones de fondeo esperan que el emprendedor dé el primer paso y si no tiene dinero, acuda a la familia, socios y amigos. Así, demostrará que existe un mercado interesado en su idea y que puede escalar.
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