Grandes hoteles de Londres compiten por atraer aficionado al "té de la tarde"

Símbolo de la aristocracia inglesa, sinónimo de refinamiento, lujo y buen gusto, el té de la tarde es una tradición ineludible de las costumbres británicas.

Londres (AFP).- El renovado entusiasmo por el clásico té de la tarde (Afternoon tea) ha generado un mercado efervescente en Londres, donde los grandes hoteles compiten por atraer a los aficionados a esta costumbre típica, símbolo de lo “british”.

Símbolo de la aristocracia inglesa, sinónimo de refinamiento, lujo y buen gusto, el té de la tarde es una tradición ineludible de las costumbres británicas.

Se le atribuye su invención a la duquesa de Bedford en torno a 1840. Estaba diseñado para llenar las horas que quedaban vacías entre el almuerzo y las cenas, que comenzaban a programarse cada vez más tarde.

El té nunca viene solo, lo acompaña un bufé minuciosamente codificado servido en una bandeja de tres niveles -en el primero los sándwiches de pepino, en el segundo los escones acompañados de crema cuajada y mermelada y en el tercero una selección de pastelitos dulces- que permite matar el hambre hasta la cena.

Hoy, la tradición está sobre todo muy extendida en los grandes hoteles, para quienes “la hora del té” es un espacio lucrativo, por el cual pueden llegar a cobrar 60 euros (66 dólares) por comensal.

“El jubileo de diamante de la reina Isabel II y los Juegos Olímpicos de Londres despertaron el interés del público por todo lo ‘british’.

Desde 2012, la popularidad de la hora del té ha aumentado considerablemente”, explica Keith Newton, fundador de la Semana del Té de la Tarde, que se celebra en agosto.

“Los turistas lo integraron en su lista de cosas para hacer, pero el grueso de la clientela sigue siendo los británicos”, agregó.

Alicia en el país de las maravillas
Y para competir, los diferentes hoteles rivalizan en ingenio creativo.

El Sanderson Hotel, situado cerca de Oxford Circus, se llevó el premio este año con su “Hora del té del Sombrerero Loco”, una combinación de pastelería muy cuidada, incluyendo sándwiches y dulces macarrones, todo inspirado en el cuento “Alicia en el país de las maravillas”.

Por su parte, K West Hotel and Spa, se inspiró en el concepto “rock glamoroso” con teteras azul eléctrico servidas en bandejas con forma de discos.

En Lancaster London, el gancho es un producto para llevar, que puede ser consumido al aire libre, en Hyde Park, además del “ARTea”, un menú que ofrece la mermelada en tubos para pintura.

“La competencia es feroz, así que hay que salir del montón”, comenta Keith Newton.

“Pero tampoco hay que hacer cualquier cosa. A la gente le gusta la tradición. Hay que ser creativos sin alejarse demasiado de los códigos clásicos”, agrega.

Sobre todo, no hay que olvidar el té.

“Todo gira en torno al té, es el producto estrella”, insiste Max Eisenhammer, conocido como “Señor Té”.

Eisenhammer es responsable de ventas de “Rare Tea Company”, una marca que abastece a Claridge’s, un palacio de cinco estrellas en Londres y a Noma, el premiado restaurante de Copenhague.

Sacrilegio
“Los clientes de la hora del té quieren lo mejor”, agrega, contando que está presente en las cocinas para asegurarse de que el té sea preparado correctamente, con la temperatura adecuada y con el tiempo de infusión apropiado para cada variedad.

En Kensington Hotel, la selección incluye un té blanco agujas de plata, procedente de China, perfumado con pétalos de jasmín durante seis días.

Para Fabio Adler, director de gastronomía del hotel, la popularidad de la hora del té tiene mucho que ver con la “convivencia”.

“Todo el mundo consume lo mismo, en el mismo momento”, explicó.

El también evoca una rivalidad “ultra competitiva” entre los diferentes hoteles y critica que algunas propuestas rocen el “sacrilegio” en su intento por sobresalir.

“Ofrecer un ‘té de la tarde’ a las 11H00 de la mañana no tiene sentido. Un ‘té de la tarde’ a la española con mini tapas, para mí eso va muy lejos”, sentenció.

Alison Hayward, propietaria de “The Bridge Tea Rooms” ubicado en Bradford on Avon, en el suroeste de Inglaterra, comparte esta opinión.

Esa casa de té, donde las camareras llevan vestido negro y delantal blanco como en la época victoriana, ha recibido varios premios.

“La tradición, siempre es lo que funciona mejor”, aseguró Hayward.

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