Madrid (AP).— Lo llamaron el “emperador” de la banca por su afán de conquista sin límites y sorteó procesos judiciales y gobiernos de todos los colores, ese era Emilio Botin, el presidente del Banco Santander, quien falleció la noche del martes a los 79 años debido a un ataque al corazón.
A pesar de recibir críticas por ser un poder fáctico en la sombra, Botín fue la persona que capitaneó la expansión del Banco Santander, desde la pequeña entidad española que heredó de su padre hace 28 años hasta el gigante internacional que es hoy.
Botín murió la noche del martes a causa de un infarto en su domicilio de Madrid, dijo una portavoz del Banco Santander. El fallecimiento no trascendió hasta el miércoles, cuando el grupo envió un comunicado al regulador bursátil.
El consejo de administración de la entidad tenía previsto reunirse en las próximas horas para elegir nuevo presidente. Todas las quinielas apuntan como sucesora a su hija Ana Patricia Botín, quien es consejera delegada de la filial británica del Santander. Las acciones del Santander caían casi un 1.5% a mitad de sesión en la Bolsa de Madrid.
“Me siento profundamente afectado por la pérdida de uno de los grandes banqueros de España y de Europa y de una persona con un gran talento para los negocios, que supo aunar el instinto y la capacidad de liderazgo de una forma excepcional y seguramente irrepetible”, dijo el ministro de Economía, Luis de Guindos.
Su vida
Botín nació en el seno de una familia de banqueros y su gestión transformó el Santander en el banco más importante de España y uno de los más destacados de Europa y América Latina.
Su carrera comenzó en el pequeño Banco de Santander, que dirigió su padre durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). Botín tomó las riendas de la entidad en 1986 y revolucionó el sistema financiero español con una política muy agresiva con la competencia. La banca estaba entonces en manos de un puñado de familias, que operaban bajo un pacto tácito de no agresión.
La obsesión por crecer le llevó a soltar anclas con esa herencia. Compró Banesto y posteriormente el Banco Central-Hispano en España. Tras afianzar su posición en el país, lanzó las llamadas “supercuentas”, que marcaron un hito en el sector al ofrecer una alta remuneración a los depositantes de cuentas corrientes.
España se quedó pequeña. Botín encabezó entonces la salida del banco al exterior, donde lideró una fuerte implantación en América Latina, mientras adquiría entidades tan importantes como el Abbey en el Reino Unido.
“Su sueño era ser internacional, y lo es”, explicó Robert Tornabell, catedrático de la escuela de negocios ESADE, que conoció personalmente a Botín. “Se dio cuenta de que el banco tenia que ser un banco comercial y tenía que ser un banco internacional”.
Trabajador incansable, según lo definieron sus colaboradores más estrechos, Botín fue un banquero con bastante presencia pública y quiso que su banco tuviera siempre esa misma visibilidad. El Santander está presente en todos los sectores de la sociedad española. Financia programas universitarios, becas, seminarios, conciertos, proyectos sociales, cultura y eventos deportivos de todo tipo, desde la Formula 1 hasta la Copa Libertadores.
Solía dejarse ver en los medios de comunicación y no dudaba en hablar de política y criticar al gobierno de turno si lo consideraba necesario. Para muchos, fue un auténtico poder en la sombra en España. El verdadero presidente y ministro de Economía.
Cuando pinchó la burbuja inmobiliaria en 2008, Botín advirtió del riesgo que corría el sistema financiero español si no se restructuraban las cajas de ahorro. Primero un gobierno socialista y después el actual conservador reformó el sector para transformarlo en un negocio de banca tradicional con la ayuda de casi 60.000 millones dólares de la Unión Europea.
“Botín quizá era más extrovertido que sus homólogos, hablaba con los periodistas cara a cara, era muy directo y le gustaba dar consejos en público”, dijo Tornabell. “Parecía un profesor, pero claro, un presidente de un país no es un alumno”.
Botín enfrentó varios procesos judiciales a lo largo de su vida, pero salió airoso de todos. El más grave tuvo lugar en 2007, cuando quedó exonerado de un delito de fraude fiscal por unas cuentas en Suiza con más de 260 millones dólares que su padre sacó de España tras el estallido de la guerra civil en 1936.
La sentencia absolutoria, muy criticada por algunos sectores judiciales, sentó jurisprudencia y se le conoce como “doctrina Botín”.
[ Lea aquí el comunicado de Banco Santander sobre el fallecimiento de Emilio Botín ]