Por Manuela Zurita
“Antes del boom las mudanzas eran de casa a casa. Los edificios eran más grandes”, dice Mario Martínez Valdivia, presidente de Security International Moving (SIM), cuando se le consulta sobre el impacto que el boom inmobiliario tiene sobre su negocio. La compañía que lidera se especializa hace doce años en mudanzas nacionales e internacionales. Aunque las primeras solo representan el 30% de sus operaciones, el efecto de la mayor venta de propiedades no es menor en su actividad local.
Su experiencia le ha demostrado que en los últimos años los traslados en Lima se realizan a departamentos nuevos, adquiridos por jóvenes independientes o personas mayores, que dejan su casa por “achicarse”. Según describe, la mudanza ahora es más dificultosa y costosa, ya que los edificios son más pequeños, con escaleras y ascensores más estrechos. No obstante, dicha desventaja tiene una contracara que anima: el despegue del negocio de almacenaje de muebles. “Las grandes casas de Lima se derruyen y se construye un proyecto habitacional vertical. Entonces, nosotros empacamos y guardamos los muebles de la familia.
Cuando está terminado, regresamos al departamento del dueño del terreno”, explica, y aclara que, por lo general, quien vende el terreno de una casa, obtiene como parte de la transacción una unidad inmobiliaria en el edificio por venir. “Nuestro almacén tiene mucho de menaje de casa de este tipo”, afirma. El ejecutivo confiesa que comenzó a sentir un mayor dinamismo de la demanda de este servicio hacia el 2005, un año antes de que los precios de las viviendas empezaran a escalar.
Para Daniel Laporta, gerente general de Class International Movers, fundada en 1996, el boom inmobiliario también ha alentado su negocio local e internacional, que representan el 20% y 80% de sus operaciones, respectivamente. “La construcción hace que la gente compre departamentos nuevos y eso significa mudanzas”, dice.
El gerente apunta tres tendencias asociadas: una ligera descentralización de los traslados hacia las ciudades de la costa, alentado por la reubicación de ejecutivos; un despertar de la demanda por parte del segmento oficinas, que en su caso suman por año aproximadamente diez compañías e instituciones grandes; y una menor frecuencia a futuro del traslado de las familias de clase media alta, que antes del boom alquilaban. “Desde que existimos, hay familias a las que hemos mudado tres o cuatro veces. Pero eso no sé si va a pasar ahora, porque la gente compra inmuebles nuevos”, sostiene.
Este año, el dinamismo de las mudanzas se mantendrá, con un crecimiento de entre el 10% y 15%, de la mano de los precios competitivos locales, en relación con los de la región: mientras en Argentina el traslado de un camión cuesta US$ 1.500 y en Brasil, US$ 3.500, en el Perú, vale aproximadamente US$400, compara Laporta.