En la biografía de Andrew Michelmore se cruzan con facilidad fechas, años, cifras y viajes. En el 2010 asumió la gerencia general de MMG, y cuatro veces al año llega al Perú para visitar Las Bambas, la operación de la que la empresa es dueña.
“Conozco cerca de 30 o 40 países. He trabajado en el Reino Unido, Estados Unidos, en Rusia, pero como jefe de operaciones he viajado a una serie de países en África, también en Europa Oriental, América del Sur, América del Norte, Australia y partes de Asia. Además de China”, apunta con detalle.
Llegó el domingo para reunirse con los ejecutivos de Las Bambas y ayer se marchaba primero a Los Ángeles y luego a Shanghái. Gran parte de su vida se la pasa en el cielo.
En el 2014, aterrizó en Lima y luego voló a Apurímac. Vino para cerrar, y quizá festejar, la compra de la mina de cobre. Antes observaba con entusiasmo la construcción, ahora hace lo mismo pero con la producción.
“He aprendido que para una organización es importante escuchar los mensajes de las personas que están en los puestos más altos. Y más importante que eso es darles la oportunidad de hacer preguntas directamente a mí”, señala a Gestión.
¿Qué ha escuchado en esta visita del equipo que tiene en Perú?
Que la operación está yendo extremadamente bien, nos estamos enfocando en el tema de costo porque el precio del cobre en el mercado está bastante bajo. También nos hemos puesto al día en cuanto al diálogo entre la empresa y las comunidades.
¿Qué más incluye su agenda?
También he llegado al Perú para reunirme con los funcionarios del nuevo gobierno, ver los nuevos rostros y que ellos me vean a mí. Porque tenemos una inversión muy significativa.
Países como Perú o Australia necesitan inversión extranjera, porque nosotros mismos no tenemos el dinero en el país y China tiene ese dinero para invertir, pero también tiene el mercado para el consumo de los productos.
El modelo de MMG tiene estándares elevados, así como también tiene la experiencia de operación en distintos mercados y países, lo que demuestra ese estándar elevado. Entonces esto es un modelo muy distinto con relación a la inversión china clásica.
Por los estándares que están aplicando hoy en día, ¿un minero debe ser también un ambientalista?
Sí, y en mi rol de dirigir el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM) gestiono que todos los CEO que están acostumbrados a tomar la decisión final de cualquier cosa en su empresa, trabajen en grupo bajo nuevos estándares ambientales.
¿Cuál es la primera evaluación que hace de Las Bambas?
Debo decir que el éxito del proyecto, hasta ahora, ha sido muy importante tanto como para los accionistas chinos como para los bancos que han invertido. Porque entregamos el proyecto a tiempo y dentro del presupuesto, lo que es bastante fuera de lo común. Entonces, esto les da a ellos confianza de que el Perú es un buen lugar para seguir invirtiendo.
¿Tienen planeado invertir en la expansión de Las Bambas o en proyectos de exploración?
Ciertamente, sabemos que la región de Las Bambas (Apurímac) tiene potencial de hacerse más grande, pero queremos estar seguros de que la inversión que hemos hecho hasta ahora sea operada de la mejor manera posible. Entonces sabremos qué es lo que se puede hacer y su potencial antes de invertir mayor capital.
¿Eso incluye esperar para empezar algún proyecto de exploración?
Sí, estamos explorando las áreas adyacentes a la mina actual, pero tenemos que hacerlo de forma sistemática. Recolectar los datos y entender cómo se formó el cuerpo del mineral para proyectar, con una mayor probabilidad de éxito, dónde más tendríamos que perforar.
*Un nuevo orden *
Las oficinas de Las Bambas están en el centro empresarial de Surco. Andrew Michelmore se mueve entre los escritorios con naturalidad. Conoce el negocio. Recuerda entonces que fue en Australia donde empezó todo. Era 1981 y se enroló en una empresa minera. Su labor era promover nuevas tecnologías para hacer más eficientes las operaciones.
“En los 60 y 70, el éxito de exploración era muy alto, la mayoría de los cuerpos de mineral afloraban a la superficie. Entonces eran más fáciles de encontrar y tendían a ser de alta ley. Entonces lo mejor y lo más fácil ya se descubrió y ha sido explotado”, señala.
Esas facilidades ya no existen, admite, por lo que el gran aliado ahora es la tecnología. La tecnología ha madurado en varios frentes. Uno de ellos es encontrar el mineral, para lo que se utiliza tecnología aérea, helicópteros y aviones. Entonces, hay más desarrollo en la exploración. En el caso de la explotación, la idea es que la tecnología ayude a ser más efectivos a menos costo
¿Es más costoso hacer minería ahora que en el pasado?
No, porque tenemos la tecnología y somos más eficientes. Tenemos camiones más grandes, cuyo consumo de energía es más eficiente. La programación de computadora de toda la logística de los camiones y el equipo está gestionada cuidadosamente.
Los equipos son mucho más grandes, pero más confiables y los controles por computadora los hacen más precisos y sofisticados. Ahora explotamos mineral de más baja ley, los relaves de aún más baja ley y estamos haciéndolo de forma mucho más eficiente.
¿Cuál es el futuro, qué es lo que viene en la minería?
Creo que habrá mayor uso de computadoras, sensores, más automatización y se necesitarán operadores mucho más capacitados. Una mejora clave en términos de desempeño es la seguridad. Recuerdo cuando crecía hace mucho tiempo, se asociaba la minería con muchas muertes y accidentes fatales.
¿Qué sucede con la relación entre la minería y el medio ambiente?
Se solía pensar en la minería como algo desastroso para el ambiente. Y eso ha cambiado especialmente en las empresas líderes del sector, donde se considera que la buena minería es amigable con el medio ambiente y que a la vez es importante mantener buenas relaciones con las comunidades.
¿Las comunidades lo han entendido?
Creo que la gente que vive cerca de la operación minera que participa en el diálogo con el personal de la empresa, recibe un claro mensaje de que estamos trabajando juntos para el beneficio mutuo. Pero hay personas que ven esto como una oportunidad de hacer denuncias para obtener dinero. Y pueden venir desde muy lejos para hacerlas. El problema es que la actividad minera ocurre en lugares remotos. Entonces, si alguien hace una denuncia, el público suele pensar que es verdad, porque ellos no pueden ver que no es verdad.
¿Pero qué están haciendo ustedes frente a ello?
Es interesante que a mi esposa le encante ir a cualquiera de las operaciones que manejamos en el mundo. Ella recorre las comunidades que rodean las operaciones, y ella me dice a mí: ustedes no se dan cuenta de lo buenos que son; hacen tan buen trabajo con las comunidades, pero nadie sabe. Tienen que hablar más de eso. Y mi respuesta a eso es: si yo lo digo, la gente no me va a creer, porque soy yo contando mi historia, y si es tan buena, no debe ser cierta.
Si no lo dicen ustedes, ¿quién lo hará?
Nos parece mejor traer gente que no está involucrada con la minería para que eche una mirada. El año pasado tuvimos la visita de varios obispos de la Iglesia católica. Algunos venían de África, de países donde había minería; otros de Washington. Ellos escuchaban malas historias una y otra vez. Llegaron y visitaron Las Bambas se impresionaron mucho con la seguridad. No podían creer nuestro compromiso con el medio ambiente. De hecho, comentaron, todo lo que hemos hecho al respecto.
¿Los conflictos sociales son también comunes en sus otras operaciones lejos del Perú?
No tenemos las manifestaciones que suceden aquí, nosotros rechazamos la violencia y cumplimos con la ley al pie de la letra. Hemos notado aquí que los manifestantes hacen cosas que son en contra de la ley y nadie los detiene. Nosotros no queremos las protestas y tratamos de tener tanto diálogo y conversación como sea posible.
¿Cuál es su visión sobre la relación con las comunidades de Las Bambas?
Han retornado US$160 millones a las comunidades de Las Bambas para proyectos en carreteras, energía eléctrica, agua, saneamiento, educación y hospitales, pero el problema es que de ese dinero, muy poco ha sido ejecutado en proyectos. Entonces, la población local tiene estas promesas, pero ha habido mucha lentitud en el cumplimiento. Aquí es donde hemos visto que hay protestas en contra de nosotros para que presionemos al Gobierno para que entregue los proyectos.
¿Cómo reaccionar frente a esa demanda?
Por eso es importante que sea el Gobierno el que haga esos proyectos. Nosotros ayudaremos en cualquier manera que sea posible, y también hablamos con las comunidades locales porque estamos allí todo el tiempo. Esperamos que los tres podamos trabajar juntos.
El momento correcto
¿Qué hacer en momentos de precios bajos?, preguntamos. “Número uno, rezar, para que suba un poco el precio”, dispara divertido el ejecutivo. “Es un chiste”, añade y respira como pensando su respuesta, esta vez más seria.
“Nos enfocamos en nuestros costos. El asunto con las operaciones mineras es que no son de corto plazo. La cantidad de inversión para empezar a operar una mina de cobre es alta. Para recuperarla, tomará por lo menos diez años. El mercado siempre va a subir y bajar y un ciclo suele durar siete años”, explica.
¿Cuándo calcula que el precio del cobre y de otros minerales regresará a los niveles más altos?
Creo que para el cobre, en los próximos dos años empezará a recuperarse; el zinc ya se está recuperando. Lo más importante es que puedas sobrevivir en los ciclos. Lo interesante es que cuando el ciclo está en lo más bajo, la gente en la compañía se vuelve más creativa e innovadora.
¿De qué manera?
Buscando cómo hacer mejor las cosas. Es por eso que siempre le digo a la gente de la empresa: esto es difícil, pero en esta situación es cuando hacemos nuestro mejor trabajo. Porque te enfocas en un desafío real. Cuando el precio está arriba, la gente tiene a desperdiciar dinero. Para la gerencia es muy importante, sacar el dinero fuera de caja y devolverlo a los accionistas cuando el precio es alto. De otra manera, nos lo gastamos.
Cuando los precios vuelvan a su nivel alto, ¿es momento para explorar más o para invertir en la ampliación de las minas?
El mejor momento para invertir es cuando estás en el nivel más bajo. Pero debes tener suficiente dinero para hacerlo. Muchas empresas invierten cuando están en el pico, porque tienen mucho flujo de caja y piensan que siempre será así.
Para cuando tomaron la decisión y construyeron el proyecto, podría tomar dos años y cuando empiezan a producir puede estar en la época de los precios más bajo. El mejor momento (si tienes el dinero) es invertir en esta parte del ciclo, porque cuando entres en producción, los precios van a estar mejorando.
¿Esto pensó con Las Bambas?
Sí, también tenemos un proyecto de zinc que estamos construyendo en Australia en este momento.
Cuando le preguntaba sobre el futuro de la minería, ¿estamos en un momento para buscar nuevos minerales o de buscar nuevos usos para los minerales?
Creo que sí y sí. Creo esta es una oportunidad, hay muchos proyectos de cobre en el mundo, hay muy pocos proyectos de zinc y muy pocos de sulfuro de níquel. Hay muchos proyectos de óxido de níquel, pero muy pocos de sulfuro. Entonces, estamos explorando en búsqueda de zinc.
¿Qué es más difícil, construir una minera del tamaño de Las Bambas o construir confianza?
Confianza. Porque el dinero va a arreglar los aspectos técnicos, pero cuando se trata de la relación con la gente, no puedes pagar para obtener confianza. Es una relación cara a cara y no a través de intermediarios.