(Bloomberg).- En plena conversación sobre cómo dona su dinero, Bill Ackman se refirió brevemente a las fuertes pérdidas que sufrió con Valeant Pharmaceuticals.
“El mayor fracaso de mi carrera como inversor ocurrió en estos últimos 18 meses”, dijo. “En parte se debe a que no administré mi tiempo efectivamente”.
Ackman, que pronunció el discurso el 5 de junio en una cena en Manhattan para los líderes de asociaciones sin fines de lucro y emprendedores sociales a los que financia, dejó claro que lo que distrajo no fueron sus iniciativas filantrópicas.
“Ustedes eligen a gente genial, no tienen que preocuparse, pueden confiar en ellas”, dijo Ackman sobre el personal y los beneficiarios de la Pershing Square Foundation, trazando una analogía con Warren Buffett, que administra Berkshire Hathaway con una oficina central de solo 25 personas.
¿Y su función? “Necesito ganar dinero, dijo Ackman en una entrevista posterior a la noche. “Solía darlo por sentado, ahora me concentro mucho”.
Esa concentración le viene bien a la fundación, creada dos años después de que Ackman fundó Pershing Square Capital Management. A medida que su empresa creció, también lo hicieron sus becas e inversiones en educación, atención médica, justicia social y arte.
Aniversario
Los compromisos subieron y bajaron junto al desempeño de sus fondos, pero la fundación donó un total de US$400 millones desde su creación y tuvo muchos casos de éxito, compartidos en el festejo por el 10° aniversario del grupo.
Frederick Wiseman le agradeció a Ackman por apoyar sus documentales, como uno sobre la Biblioteca Pública de Nueva York que se estrenará en septiembre. El fundador de DonorsChoose, Charles Best, dijo que la asistencia de Ackman ayudó a la organización a volverse autosuficiente.
Algo queda claro: el (poco) tiempo que ofrece Ackman deja huellas.
Amy Bach, fundadora de Measures for Justice, recordó la primera vez que se encontró con él en una sala del consejo de Pershing Square con vista al Central Park. Ella llegó a presentar algunas diapositivas antes que Ackman le pidiera que saliese.
“Diez minutos más tarde me llamó de vuelta para decirme: ‘No tendrás que buscar fondos por un tiempo’”, dijo.
Pero él puso dos condiciones: ubicar al personal en un solo sitio y encontrar a otros financistas de peso. Fue lo que hizo Bach, y su servicio, que utiliza datos para medir el desempeño del sistema de justicia penal estadounidense en cada condado, empezó a operar el mes pasado.
Activista
Ackman puede sonar como un activista cuando habla de sus proyectos con asociaciones sin fines de lucro. Cuando se enteró de que el financiamiento para emprendedores sociales de Echoing Green no superaba US$ 1 millón hacía 15 años, sumó otro millón.
“Estuve en el consejo unos cuantos años. Los ayudé a sentir vergüenza para que crecieran”, sostuvo.
El evento se celebró en el Park Avenue Armory, viejo miembro de la cartera de la fundación, mientras se realizaban los últimos preparativos para “Hansel & Gretel”, la obra experiencial del artista disidente chino Ai Weiwei. En ella se invita al público a deambular en la oscuridad bajo vigilancia en un enorme salón de ejercicios militares, y luego a encontrar imágenes tomadas de sí mismos.
“Él fue la pareja perfecta para nosotros”, dijo de Ackman Rebecca Robertson, presidenta y productora ejecutiva del Armory. “Naturalmente, se puede ver que lo hacemos es una locura. No hacemos otra cosa sino plantear desafíos todo el tiempo. Él nunca le teme a nada”.