Un sueño recurrente entre padres y abuelos es fundar una empresa para dejarla a las futuras generaciones. A este fenómeno se le llama “empresa familiar”, y no necesariamente es una buena idea.
“Solo el 15% de empresas familiares llega a la tercera generación”, reveló a Gestion.pe Pablo Domínguez, director de Business Owners Consulting.
Esta cifra puede resultar preocupante a más de uno, sobre todo cuando, según el experto, “el 80% de empresas formales en Perú son de carácter familiar”.
El problema con estas empresas es que suelen encontrar problemas en el camino. Y usualmente tienen que ver con dinero.
Los conflictos más comunes, asegura Domínguez, resultan a partir de dudas sobre quién va a heredar la empresa, cuánto le corresponde a cada heredero, o qué sucede si un hijo siente que ha trabajado más y, por ende, merece una mayor porción de la torta.
Como estos, hay muchos conflictos y para resolverlos es aconsejable la presencia de otra persona que los ayude.
“Es muy conveniente que al principio haya un tercero que imponga orden y permita que el diálogo sea racional, añadió.
Para el experto, la regla de oro en las empresas familiares se llama respeto. “No se debe cruzar la línea de lo racional y emocional”, advirtió.
Además, refirió que conviene capacitar correctamente a los miembros de la familia, si se quiere que ocupen un cargo en la empresa. Incluso, el protocolo debería establecer que el familiar que postule a un puesto “entrará a trabajar, siempre y cuando, compitiendo con un tercero, gane o empate”.
Precisamente, definir un protocolo es uno de los tres consejos de básicos que brinda Domínguez para asegurar la supervivencia de una empresa familiar.
Este protocolo definiría cómo resolver potenciales conflictos, además de poner las reglas clara para los puestos de trabajo, meritocracia y demás.
El segundo consejo es establecer una línea de sucesión. Este documento permitirá a la compañía decidir quién va a heredar qué y cuál cargo en la organización.
Es importante tener en cuenta que “el fundador siempre es un emprendedor, pero los hijos no necesariamente lo son”, advirtió el ejecutivo.
De aquí sale el tercer consejo. Procurar que los herederos desarrollen espíritu emprendedor mediante planes educativos. La idea es que ellos “puedan afrontar los cambios financieros, tecnológicos y económicos de la empresa, y puedan hacerla crecer”.