Trabajar menos te hace más eficaz a pesar de tu empresa

La nueva cultura del tiempo en el trabajo sigue chocando con el ‘presentismo’, los horarios interminables, o la vieja cultura del ‘estar’ frente al ‘hacer’ que impera en demasiadas organizaciones.

El tiempo como recompensa, antes incluso que el salario o los ascensos y las promociones de carrera…

Cada vez más organizaciones se adhieren a esta estrategia para lograr la satisfacción laboral de sus empleados y fidelizar a los mejores profesionales: recientemente el banco de inversión Goldman Sachs diseñó una estrategia para mejorar las condiciones laborales de sus banqueros júnior, que cumplen con horarios de hasta 100 horas semanales. La iniciativa se basa en la idea de “trabajar menos” para resultar más atractivo a los futuros graduados que salen de las universidades.

Esa gestión eficaz (y diferente) del tiempo choca con una cultura obsoleta implantada aún en demasiadas empresas, basada en el presentismo y en la idea equivocada de valorar y recompensar más el estar que el hacer.

Será por horas…
Hay estudios que soportan cualquier clase de teoría, y el último sobre esta cuestión procede del Melbourne Institute of Applied Economic and Social Research, de Australia, que sostiene que “trabajar más de 25 horas a la semana afecta negativamente a los profesionales de más de 40 años”.

The New York Times recordaba recientemente que en Suecia -un laboratorio de conciliación o flexibilidad- se ha iniciado un experimento sobre el futuro del trabajo que propugna, entre otras cosas, una semana laboral de 30 horas que reduciría -según dicen- el absentismo, e incrementaría la productividad y la salud laboral.

El magnate mexicano Carlos Slim propone una semana laboral de 3 días y 33 horas para reducir la tasa de desempleo y “tener libres otros cuatro días y dedicarlos a la familia, a innovar, cultivarse o a crear”. Otros, como Richard Branson, son partidarios de que sus empleados puedan cogerse las vacaciones que quieran, reconociendo así que es posible trabajar desde cualquier sitio si se confía en la profesionalidad de sus equipos.

En Estados Unidos solo un 42% trabaja 40 horas a la semana. Lo que está desapareciendo allí es la jornada de trabajo de 9 a 17… O, por decirlo de otra manera, la jornada de trabajo en la oficina.

Estas propuestas para conseguir horarios más amables y adaptados a los nuevos modelos de trabajo también se dan en España: el pasado mes de abril el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, sugería la posibilidad de que la jornada laboral en España finalice a las 18 horas…

Algo difícil de poner en práctica si se tiene en cuenta la incidencia de la multitarea estéril que campea en tantas organizaciones, en las que muchos parecen muy ocupados en una aparente actividad que son solo tareas prescindibles sin valor. Esa multitarea es todo lo contrario a la productividad, y muchos se empeñan en quedarse hasta el final de la jornada -y más allá- porque en sus compañías este presentismo ineficaz se recompensa y se relaciona equivocadamente con la profesionalidad.

Tampoco se puede olvidar la indefinición y confusión entre la esfera personal y la laboral; o la marginación profesional de quienes no siguen los eventos y actividades extraordinarias que algunas empresas imponen fuera del horario de trabajo.

Un número creciente de startups tecnólogicas se han convertido también en abanderadas de una nueva forma de trabajar que implica trabajar menos. Sus empleados disfrutan de los fines de semana, salen de la oficina a horas sensatas en un entorno profesional caracterizado por la velocidad, la agilidad, los nuevos ritmos de trabajo, la flexibilidad, y una organización horizontal y colaborativa.

Un ‘no trabajo’ que puede ser muy productivo.
El uso compulsivo del correo electrónico y los mensajes de texto reduce en una media de 10 puntos el coeficiente intelectual de quienes se dedican a estas actividades prescincibles. Y las reuniones ineficaces, sin objetivo ni límite de tiempo, son una pérdida irreparable consideradas entre las actividades más tóxicas en la oficina. Son dos ejemplos de tareas cotidianas que sufren millones de profesionales.

Si es posible convivir con ellas… ¿nos resultaría extraño hacerlo con otras que pueden calificarse de ‘no trabajo’? Por increíble que parezca, y aunque no son trabajo en sentido estricto, esas actividades proporcionan un beneficio profesional en términos de desarrollo, satisfacción laboral o motivación. Y son además eficaces y productivas para las compañías. Para empezar, está comprobado que ciertas pequeñas distracciones en la oficina, lejos de ser una pérdida de tiempo, aumentan la productividad.

La cuestión es que si los profesionales desarrollan bien sus tareas no debería preocupar a nadie que existian estas distracciones. Lo último que debería hacerse es establecer una regulación que restrinja tales actividades. Pero el ‘no trabajo’ también puede tener eficacia:

  • Puedes crear redes. Esto es bueno para la compañía y también para los profesionales, que benefician a sus empresas gracias a sus contactos.

* Inserta nuevas ideas que provienen del exterior de tu compañía. Es una contaminación positiva que procede de otros sectores y ámbitos de actividad que no se circunscriben a la empresa. Identifica tendencias como un reciclaje profesional productivo.

* No rehúyas la relación con tus compañeros de trabajo. Socializar no tiene por qué suponer una pérdida de tiempo. No pierdas la oportunidad de dejarte ver. Recuerda que debes saber venderte, y no está de más que tus ideas se conozcan.

* Dedica unos minutos a hacer balance del día. Es un tiempo bien invertido. No te resignes ni aceptes demasiadas cosas que no te gustan. Apunta las cosas que rechazas. Disecciona las tareas, los momentos y a las personas con las que te relacionas. Puede llevarte a encontrar algo positivo que te guste de tu trabajo. Analiza cómo se puede enriquecer esa actividad y cómo enfocar esa tarea para tratar de mejorarla.

Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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