Han pasado más de dos años desde la muerte de Steve Jobs, pero su nombre sigue siendo un tema recurrente en el mundo de la tecnología. Su personalidad frontal y sus métodos han sido tan admirados como odiados. Esta vez su nombre suena porque se han revelado algunos de sus métodos de retención de empleados, que incluyen acuerdos bajo la mesa para impedir que la competencia se lleve a sus empleados.
Las acusaciones han llegado hasta la demanda, que un grupo de empleados afectados entre los años 2005 y 2009 y que habría afectado a 64,000 programadores de la industria. La demanda colectiva exige miles de millones e incluye desde empresas pequeñas hasta monumentales como Google, cuyo presidente también habría negociado con Jobs.
Es la guerra
Según cita el diario El País, a Jobs le preocupaba especialmente la expansión de Google. En 2005, por ejemplo, el cofundador de Google, Sergey Brin, intentó contratar a personal del equipo de navegación de Apple. “Si contratan a una sola de estas personas, es la guerra”, advirtió Jobs en un correo electrónico, según los documentos judiciales. Brin dio marcha atrás y Google y Jobs llegaron a un acuerdo informal para no realizar ofertas a los empleados del otro.
En 2007, cuando un ejecutivo de recursos humanos de Google contrató a un ingeniero de Apple, Jobs se quejó inmediatamente. Para calmar sus ánimos, Google despidió al técnico en menos de una hora. Al igual que Apple, el buscador ha declinado hacer comentarios sobre este artículo.
La investigación del Departamento de Defensa concluyó en 2010 con una demanda antimonopolio contra Apple, Google, Intel, Intuit, Adobe y Pixar, pero no hubo sanciones económicas.
Estas acciones se descubrieron por primera vez en una investigación del Departamento de Justicia estadounidense, que terminó con una denuncia antimonopolio contra media docena de empresas. En un acuerdo extrajudicial simultáneo, las compañías aceptaron abandonar la práctica de no arrebatarse los empleados. Pero el acuerdo extrajudicial no impedía que los programadores iniciasen su propio proceso judicial contra las empresas. La demanda colectiva cita correos electrónicos y otras comunicaciones de algunos de los nombres más importantes de Silicon Valley.
El que dijo que no
Para no perder a sus empleados, Jobs propuso un trato a Edward T. Colligan, el consejero delegado de Palm. Pero este le dijo que dicho acuerdo sería “probablemente ilegal”.
Jobs amenazó entonces con lanzar a los abogados de patentes de Apple contra Palm. En una entrevista, Colligan dijo, “Muchas veces te encuentras con cosas que pueden ser beneficiosas, pero tienes que aceptar que, moralmente, no son correctas”.