'Start up' que convierten en negocio la ciencia básica

Para desarrollar un negocio en campos como la física o las matemáticas se necesita un equipo multidisciplinar, acercar el proyecto al cliente y buscar capital en fondos especializados.

En el suelo de Ginebra se producen unas 300 millones de colisiones de átomos por segundo. A 100 metros bajo la tierra de esta ciudad suiza, los científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) intentan simular el origen del universo. Y ahora, el mayor laboratorio de física de partículas del mundo pone a disposición de los emprendedores la tecnología con la que, entre otras cosas, sus expertos han provado la existencia del bosón de Higgs.

“Como sucedió con el GPS o Internet, que nacieron en centros de investigación, la ciencia debe saltar de los laboratorios a los mercados”, señala Francisco Javier Cáceres, director general de la asociación española de la Industria de la Ciencia (Ineustar).

Una red de conocimientos
Con esta idea, la institución nacional ha firmado el acuerdo con el Cern, -Ineustar-Pioneers- por el que incubadoras de empresas españolas ponen a disposición de ciertas compañías la tecnología del centro europeo. “Es una red para que las herramientas que se desarrollan en este centro sean transferidas a la industria y al mercado”, señala Cáceres.

De este modo, los responsables del CERN ponen a disposición de todo el mundo, a través de su web, las herramientas que desarrollan. “Muchas veces en la cabeza de un científico no está que el software con el que trabaja detectando los componentes de un átomo pueda servirle a un emprendedor para generar un nuevo dispositivo con el que generar big data”, señala Cáceres.

Así, Ineustar sirve de eslabón entre el laboratorio de Ginebra y las incubadoras españolas adheridas, hasta el momento Promálaga y BIC Araba. “Los emprendedores, spin off de empresas o particulares presentan sus candidaturas a ser incubados con proyectos que, basándose en la tecnología del CERN, tengan una aproximación cercana a la industria y al mercado”, comenta David Montero, director de la incubadora de BIC Araba.

Tras superar varios exámenes y negociar un acuerdo por el uso de estas herramientas, las compañías pasan a estar incubadas durante dos años, con una financiación de 40.000 euros y pueden asistir dos veces al laboratorio europeo. “Pero siempre tienen la supervisión de los técnicos del CERN”, dice Montero.

Particularidades de la ciencia
Muchas pymes no tienen la suerte de acceder a este tipo de programas, donde cuentan con la supervisión de técnicos especializados y optan a ayudas públicas. Por eso, deben ser conscientes de que trabajan en un sector difícil de entender por los inversores y con fases de desarrollo muy lentas.

“Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan estas empresas es que sus equipos están formados por profesionales científicos, muy técnicos”, afirma Jan Brinckman, profesor de Esade. El experto recomienda incluir un perfil con conocimientos de mercado y finanzas en la empresa desde el principio. “Que sepa relacionarse con los clientes”.

Además, estas compañías suelen necesitar fases de desarrollo de producto muy extensas, por lo que es fundamental comenzar a trabajar con prototipos. “Se debe ofrecer soluciones inmediatas al cliente, y con sus recomendaciones desarrollar el producto final. Así, se consigue su confianza y se empieza a ganar dinero”, afirma Brinckman.

Por último, al acudir a los posibles inversores, es muy importante saber vender el producto. “Que los fondos de inversión entiendan la utilidad del producto y su rentabilidad en el futuro”, concluye el experto.

Física atómica para analizar el aliento
La tecnología que analiza, uno a uno, los millones de choques que se producen entre los átomos acelerados en el CERN es lo que dio a Guillermo Vidal la idea para desarrollar su ‘start up’. “Con el software del laboratorio de Ginebra éramos capaces de identificar los más de 100 elementos que exhala una persona con el aliento”, afirma el fundador y director de Fossiliontech, el primer incubante del proyecto Ineustar-Pioneers en Promálaga. Para acceder a este programa, Vidal ya contaba con experiencia en uno de los laboratorios del CERN.

“Trabajé allí como ingeniero y vi las posibilidades que tenían sus sistemas de análisis de datos”. Así, se puso a trabajar en un dispositivo que cruzara los componentes químicos presentes en el aliento con enfermedades. “Llegamos a un acuerdo con el CERN para utilizar su tecnología y, por el momento, hemos mantenido charlas vía Skype para aclarar dudas”, señala Vidal, que ya ha vendido sus dispositivos en clínicas como el Hospital de Zúrich o el Instituto Nacional del Tumor en Italia. “La idea es que sean los propios hospitales los que compartan la información para mejorar la herramienta”.

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