Carlos A. Fernández Gates
Gerente del Área Legal Corporativa de PwC
Sin duda, la migración hacía el Perú es un tema llamativo para los nacionales de España, ya que debido a la interpretación que le damos al Convenio de Doble Nacionalidad suscrito entre ambos Estados, las normas laborales peruanas consideran a los trabajadores españoles como nacionales.
Eso significa que se encuentran exentos de todo tipo de limitaciones para su contratación, lo que se convierte en un beneficio bastante favorable frente a otras nacionalidades, que se encuentran sujetas a límites en cuanto al número y porcentajes de remuneración según lo que genere la planilla local de su empleador, salvo excepciones.
Sin embargo, existen opiniones que exigen que las normas migratorias locales deberían ser tan rígidas con los ciudadanos extranjeros, como los son estas con los propios peruanos en el exterior, debiendo limitar así el ingreso de personal extranjero en aras de proteger el mercado laboral interno.
El tema es debatible, pues si el Estado peruano fomenta la inversión de capital extranjero en el país, ya sea mediante road-shows o campañas internacionales, no puede, al mismo tiempo, ser en extremo proteccionista frente al ingreso de capital humano foráneo.
Distinto es el caso del otorgamiento de visas de turista, las cuales ya podrían ser revisadas para el caso de nacionales peruanos por parte de diversas regiones incluida la Unión Europea, tomando en consideración que más de un país en Latinoamérica ya cuenta con libertad migratoria en dicha zona.
Probablemente antes de solicitar limitaciones migratorias a determinados países por razones de protección del mercado laboral doméstico, es importante tomar en cuenta que el conocimiento requerido en determinadas industrias específicas en nuestro mercado no se encuentra aún de la mano con el desarrollo de las inversiones.
Esta situación implica que, en muchos casos, se necesite capital humano extranjero que contribuya con su conocimiento para poder ejecutar proyectos que no podrían ser realizados hoy únicamente por nuestro mercado laboral doméstico.
En mi opinión, aún no nos encontramos frente a un dilema de cómo afrontar migraciones masivas desde el exterior como en el caso de otros países, en los cuales se ha optado por fomentarlo, aceptarlo o restringirlo. Dilema que probablemente se analizará más a fondo a medida que continuemos convirtiéndonos en una urbe llamativa a nivel regional.
Sin embargo, antes de analizar cualquier nueva política, se debería pensar en mejorar el funcionamiento de nuestras autoridades migratorias en la actualidad, ya que en los últimos meses los plazos en los procesos migratorios se han aletargado de forma significativa.
Esto ha perjudicado no solo a los extranjeros, sin importar su nacionalidad, sino también a las industrias que requieren de ese conocimiento -inubicable en el país- para continuar con su buen desarrollo. Si bien el Perú fomenta por un lado las inversiones extranjeras, por el otro desalienta la contratación de personal extranjero con las excesivas demoras en la obtención de sus permisos de trabajo.