Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
“Una recomendación no es un aval bancario” señaló José Ignacio Jiménez, socio de Talengo y experto en selección, quien explica que dar la cara por un candidato compromete.
“Por eso es importante ser transparente con los activos y pasivos de esa persona de la que nos piden opinión, y que forma incluso parte de nuestra responsabilidad, en mi caso, como directivo”, indicó.
Las recomendaciones profesionales están a la orden del día en las empresas. Cada vez más recurren a sus empleados como un canal para dar con el mejor candidato a un puesto.
PwC ha diseñado el programa “Preséntame a un compañero”, por el que premia a sus empleados por cada recomendación de éxito, es decir, superado el período de prueba de seis meses. En los últimos cinco años, un total de 107 personas se han incorporado a la firma a través de esta campaña.
Arancha Torres, directora de capital humano de PwC, apunta que “cada apadrinado tiene que superar el mismo proceso de selección que utilizamos en las nuevas incorporaciones. Que venga de la mano de un empleado es un valor añadido, nunca es determinante en la decisión final”.
Torres reconoce que con cada recomendación, el empleado se juega su reputación interna: “La única manera de minimizarlo es ponerse en el lugar del otro”.
Tu prestigio
Está claro que este sistema es un arma de doble filo: se pueden garantizar unos conocimientos, una experiencia, pero que encaje en la cultura y en el equipo de trabajo suele ser cuestión de empatía, algo imposible de controlar y prever.
Jiménez señala el ejemplo de Santander y El Corte Inglés, “en las que sus desaparecidos presidentes han creado culturas muy fuertes y marcadas y, desde luego de éxito. No todo el mundo encaja por mucho que haya tenido éxito hasta la fecha y viceversa”.
José Luis Gugel, director general de Ray Human Capital, no es partidario de las recomendaciones, “en mi caso supone una gran responsabilidad, pero si tuviera que dar un consejo diría que proponer a alguien a un empleo o a un ascenso no es bueno ni malo, siempre y cuando el perfil se ajuste a los requerimientos del puesto. En esos momentos, hay que dejar a un lado los sentimientos personales”.
Torres confiesa que la responsabilidad que contrae el que recomienda es similar al recomendado que “en condiciones normales es más exigente con su trabajo por respeto a la persona que ha dado la cara por él”.
La ética
Noelia de Lucas, directora comercial de Hays, insiste en que además de los conocimientos es importante conocer el nivel ético y profesional de la persona por la que se intercede, “porque si finalmente no responde según lo esperado, ambos quedan en mal lugar, sobre todo el padrino que debe pedir disculpas formales”.
De Lucas es partidaria de profesionalizar el proceso de recomendaciones: “Es importante contar con un sistema de valoración de esas referencias. Si la mayoría de los recomendados supera el período de prueba eso significa que el sistema funciona, en ese caso, ¿por qué no mantenerlo?”.
Padrino y apadrinado se juegan su marca personal en este proceso. Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, dice que antes de presentar a un candidato, “tienes que conocer realmente cómo trabaja esa persona. No debería recomendarse a alguien por amistad, porque cuando tu credibilidad depende de los resultados de otros, al final pueden salir perjudicados todos”.
Concluye que “la principal ventaja de la recomendación es que no hay nada que genere más confianza que la recomendación de alguien que conoces desde hace tiempo. Además, es la forma más barata de darte a conocer”.