(Bloomberg) Las mujeres representan solo ocho de los puestos de director ejecutivo en la lista Fortune 100, mientras que en la del Financial Times 100 del Reino Unido son aún más escasos, manteniendo dos de los altos cargos.
Y los salarios después de cursar el MBA son mayores para los hombres que para las mujeres en casi todos los sectores de los graduados de las escuelas de negocios.
Las mujeres pueden hacer la mitad de la población mundial, pero ciertamente no representan la mitad de la población estudiantil en las principales escuelas de negocios.
La barrera del 40%
Entre las escuelas más importantes de los EE.UU., la Escuela Wharton está más cerca de lograr la “mitad mágica”, con un 42% de mujeres inscritas en el programa MBA full time. Es el cuarto año consecutivo en que la escuela ha superado el 40%.
El Director de Admisiones, Ankur Kumar considera que el umbral del 40% es simbólico, y se debe realizar un debate más amplio acerca de las mujeres en los negocios y en las escuelas de negocios.
Para ver un ejemplo de una escuela se cierne sobre el borde de la paridad de género, hay que mirar a Europa, donde el actual programa de MBA en la Nyenrode instituto holandés ha llegado a 49 % de mujeres.
Las escuelas que toman en serio la lucha contra este problema están aumentando el número de eventos en el campus y sesiones de información para la mujer, así como programas de tutoría que se dedican a ex alumnas.
Las escuelas también necesitan más mujeres académicas, incluidas las que están al frente de los programas como en Nyenrode, sobre la base de que esto podría reducir cualquier prejuicio subliminal contra los candidatos femeninos.
También tienen que hacer frente a una de las principales razones por la que las mujeres no van a la escuela de negocios: un mal momento.
A diferencia de otros programas graduados, el MBA requiere un mínimo de experiencia laboral, el promedio es de poco menos de cuatro años en muchas escuelas de negocios.
Volviendo a la mentalidad del mercado de la década de los 20, con una deuda estudiantil significativa versus la posibilidad de formar una familia en los próximos años. Esto puede hacer que el rendimiento de la inversión de la escuela de negocios luzca mucho menos atractivo.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? ¿Proporcionar más becas? ¿Persuadir a las multinacionales que claman por talento femenino a respaldar sus palabras con patrocinios? Un mix de esas opciones podría ser la gran
solución.