César Antúnez de Mayolo
Profesor de Posgrado UP
Usted suele llevarse bien con la mayoría de colaboradores en su oficina, pero en un par de oportunidades ha tenido roces fuertes, con intercambio de palabras y correos electrónicos, con otro directivo de su empresa que está a su nivel, de un área de la que dependen procesos importantes de la suya, ya sea por vistos buenos o filtros.
Desde hace algunos meses, entre usted y ese directivo ya ni cruzan palabras, y para cuando se trata de temas en los cuales necesita el visto bueno de su colega, prefiere dejar las cosas como están o recurrir a su jefe para que interceda al respecto. Usted ve la relación con ese colega como “tóxica” y, a su vez, cada uno de ustedes va teniendo sus aliados, a quienes les comenta sobre la actitud del otro, buscando solidaridad hacia su lado.
¿Por qué dos adultos profesionales pueden llegar a excluirse mutuamente y, en el extremo, evitar cualquier tipo de comunicación entre sí?
Las causas
Las relaciones humanas, ya sea personales como profesionales, prevalecen en cada aspecto de nuestra vidas e impactan directamente en nuestra estabilidad mental, física, emocional y espiritual.
Descontando los tiempos que empleamos en movilizarnos hacia y desde la oficina, estar con nuestra familia, dormir y hacer alguna otra actividad de esparcimiento o deporte, la mayor parte de nuestra vida adulta consciente y productiva la pasamos en el trabajo.
Es por ello que así como seguramente hacemos muy buenos amigos en el trabajo será también muy probable que generemos relaciones tirantes con algún colaborador, quien podrá tener menos, igual o más poder que nosotros.
A nivel interpersonal, estas malas relaciones tendrán impacto en la comunicación, respeto y confianza mutua, pero a nivel de la organización, en la eficacia y clima laboral.
Perfiles que chocarán
Entre los perfiles de los colaboradores con mayor propensión a chocar con otros serán quienes tienen un perfil agresivo, aquellos que suelen presionar demasiado. Los narcisistas, quienes se enfocan en sí mismos; los pasivos, que no actúan ni toman la iniciativa ante nada; y los incumplidos, aquellos que “mecen” a otros.
De esa manera, ante un posible enfrentamiento, los propios jefes de los implicados podrán cambiar las cosas.