No hay que contar con innovación para superar el estancamiento

La medida de la importancia de una innovación depende del grado en que modifique la actividad existente o el desempeño de una función.

(Bloomberg).- Todos apuestan a que la innovación rescatará al mundo del estancamiento económico. No estoy tan seguro.

La medida de la importancia de una innovación depende del grado en que modifique la actividad existente o el desempeño de una función. Debe crear actividades relacionadas y complementarias que, a su vez, deriven en empleo, riqueza y otros descubrimientos en un círculo virtuoso. Debe ser longeva; tiene que poder aprovechársela durante largos períodos.

Esas características son el motivo por el que la Segunda Revolución Industrial (electricidad, motores de combustión interna, comunicaciones modernas, entretenimiento, hidrocarburos, etc.) logró elevar la productividad y el nivel de vida.

Es improbable que las innovaciones de hoy sean tan poderosas. La mayor parte de las nuevas tecnologías tiene importantes beneficios, pero no cambia de forma drástica las formas de hacer las cosas. Un auto eléctrico o autónomo no es más que un nuevo tipo de auto. No es el salto que significó el transporte motorizado sobre sus predecesores a tracción animal.

El correo electrónico mejora la velocidad de la comunicación, pero no es un cambio tan drástico como el advenimiento de la telefonía. Plataformas como EBay Inc., Uber Technologies Inc. y Airbnb Inc. no son más que nuevos mercados que conectan compradores y vendedores. El big data es sólo una forma más sofisticada de manejar la información y el análisis estadístico.

Por otra parte, muchas de las compañías tecnológicas actuales se concentran en el consumo al mejorar el marketing y la distribución de productos y servicios existentes. Muchas se concentran en entretenimiento y comunicación, y tienen un impacto tangencial en la productividad.

La mayor parte hace hincapié en aumentar la velocidad, la capacidad, la fuerza y la eficiencia en lugar de en cambiar el trabajo en sí. El software de procesamiento de palabras no eliminó la necesidad de escribir documentos: lo que hizo fue eliminar las secretarias y los grupos de dactilógrafos y hacer que cada persona hiciera la tarea por sí misma.

Las nuevas tecnologías también tienden a canibalizar las industrias existentes al limitar su efecto sobre el crecimiento y la productividad. Los teléfonos inteligentes y las tablets canibalizaron las computadoras, los teléfonos móviles, los reproductores de música portátiles como el Walkman y asistentes digitales que fueron alguna vez tan omnipresentes como Palm Pilot.

Reemplazaron relojes y cámaras simples. Incorporaron GPS y otras tecnologías específicas. Alphabet Inc. y Facebook Inc. desvían los ingresos publicitarios de diarios y revistas. Amazon.com Inc. y otras compañías de ventas online han restado participación de mercado a las firmas minoristas existentes. Netflix Inc. ha canibalizado la televisión, las tiendas de videos y los cines.

Pocas de esas compañías crean flujos de ingresos por completo nuevos. El mayor ingreso de los teléfonos inteligentes queda compensado por el menor ingreso de todos los productos que reemplazan. Los nuevos productos redireccionan el capital de inversión y no necesariamente lo incrementan, por lo menos no de manera significativa.

Es cierto que muchas innovaciones recientes han reducido costos. Pero con frecuencia lo han hecho mediante el uso de productos de menor calidad o de trabajadores no capacitados, o a través de la extracción de ingresos de activos personales.

Airbnb permite que la gente alquile su propia vivienda como alojamiento. Uber permite que la gente use su propio auto para ofrecer viajes a otros. Muchos servicios de entretenimiento o medios online dependen de colaboradores que ofrecen sus servicios gratis.

Eso genera cambios en la economía de la industria. Las nuevas tecnologías han reducido las tarifas publicitarias, con lo cual benefician a los avisadores, pero perjudican a las compañías que dependen de ellos. Uber y Airbnb han tenido el mismo efecto en taxis y hoteles al disminuir lo que ganan sus titulares.

Los servicios y productos de menor costo hacen que los consumidores cuenten con más ingresos disponibles para gastar en otra parte. Pero el menor costo suele generarse a expensas de empleos o salarios. La pérdida de ingresos compensa los ahorros. En un modelo económico que en un 60% o 70% está alimentado por el consumo, eso afecta la actividad económica total.

Otro motivo para el escepticismo es que muchos nuevos sectores no necesitan una inversión importante ni crean empleos bien pagos. Muchos son fácilmente expansibles: las plataformas electrónicas significan que la expansión de la actividad no necesariamente exige una expansión igual en lo que respecta a inversión y capacidad.

Muchas nuevas compañías tecnológicas, por último, se basan en modelos de negocio no plausibles. En lugar de desplazar a los competidores por medio de eficiencia o de la creación de nuevos mercados, a menudo se limitan a tratar de convencer a los inversores de que su futura hegemonía en el mercado es inevitable.

Si bien podrían su crecimiento a largo plazo y sus posibilidades de productividad podrían tener limitaciones, esas empresas pueden de todos modos resultar atractivas a los capitalistas de riesgo, que esperan extraer valor a corto plazo mediante su venta o con una salida a bolsa.

Lo más habitual es que la competencia incrementa el gasto a través de mayores costos de expansión y adquisición de clientes, lo que extiende el período que pasa hasta recuperar la inversión y deriva en retornos pobres a largo plazo.

En resumen, hay pocos motivos para pensar que la actual ronda de innovación superará el estancamiento. Su efecto general sobre la actividad económica y el nivel de vida es menor de lo que se piensa.

El fracaso de los remedios tradicionales para restablecer la salud de las economías avanzadas ha vuelto a las autoridades --muchas de las cuales necesitan asistentes para manejar sus aparatos digitales-- vulnerables al canto de sirena de la tecnología que promete una solución rápida e indolora.

Por Satyajit Das

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial ni la de Bloomberg LP y sus dueños.

ÚLTIMA HORA ver todas

BLOGS ver todos

Revolución digitalPablo Bermudez

Bye bye Dubai... ¡Bienvenido NEOM! (1 de 3)

Herejías EconómicasGermán Alarco

Plan Estratégico de Desarrollo Nacional (PED...

El Vino de la Semana

Pisco, amor por el Perú

Te lo cuento fácilAlumnos de la Universidad del Pacífico

Guerra en Ucrania: un breve análisis del fac...

Economía para todosCarlos Parodi

Estados Unidos y China

WALL STREET VER TODOS

Será noticia

JOSÉ ANTONIO MONTENEGRO