Era 1999 y Lino Abram, actual director de la oficina de McKinsey en Lima, empezaba su carrera en la firma de consultoría desde Caracas, Venezuela, atendiendo diferentes empresas de Latinoamérica y el Caribe, incluyendo al Perú. Pero no fue hasta el 2006 que la consultora, bajo su dirección, abrió oficialmente su oficina en la capital peruana para fortalecer su relación con las compañías locales, aprovechando la etapa de expansión económica que vivía el país.
“La llegada al Perú fue parte del proceso de expansión natural de McKinsey, pero también nos atrajo el desarrollo de industrias relevantes, como la minería y la banca y finanzas”, recuerda el ejecutivo.
La consultora en gestión había nacido en 1926 en EE.UU. con un modelo de negocio que suma socios en vez franquicias, atendiendo a clientes tanto corporativos como gubernamentales con el fin de aumentar el valor de las firmas.
Diez años después de su llegada al Perú, durante los que han trabajado principalmente con el sector privado, Abram repasa que la economía nacional ha pasado por tres ciclos: el primero, a inicios de la década pasada, marcado por la apuesta del sector privado por invertir en el país, aunque no se tratara de una camino fácil u obvio de ver al inicio.
Después, con la desaceleración del crecimiento, vino una segunda etapa donde los ganadores fueron las firmas que lograron ver la oportunidad de seguir creciendo, no mediante de una reducción de costos, sino con una inversión en eficiencia.
“Hoy los gerentes, que tienen de 40 a 55 años, han sido formados durante la época del crecimiento, por lo que están acostumbrados a gestionar el crecimiento y les cuesta un poco ver cómo invertir en eficiencia. Porque, no necesariamente una empresa se vuelve más eficiente recortando sus gastos en 5%, sino con una apuesta en repensar su modelo de negocio para obtener una posición más competitiva. Y esto supone una inversión”, anota.
Por último, el ejecutivo apunta un tercer ciclo por el que atraviesa la economía en estos momentos, que supone una mayor consciencia de las compañías por la necesidad de ser más eficientes, aun en una coyuntura donde las expectativas han cambiado y se espera una recuperación de la actividad económica, aunque leve.
Nuevo camino
En este contexto, el consultor adelanta que McKinsey está fortaleciendo su oferta de consultoría añadiendo nuevos perfiles de profesionales a su equipo, tradicionalmente compuesto por egresados de MBA con una mirada de negocio integral.
“El big data y el mundo digital son solo unos ejemplos de cómo los negocios están cambiando más rápido su forma de operar. Los plazos hoy son más cortos y se necesitan soluciones no sólo teóricas, sino consultoría específica en la ejecución de procesos, por lo que hemos empezado a contratar a ingenieros, diseñadores, etc.”, detalla Abram con seguridad sobre el futuro de su firma.
Además, sus profesionales, tras su carrera en la consultora –a quienes denominan el grupo de Alumni- suelen pasar a gestionar empresas en cargos ejecutivos. Con sus 90 años de historia, se estima que hay unos 30,000 “egresados” trabajando en casi todos los rubros de negocio entre 120 países.
McKinsey, pues, asegura ser especialista en guiar a las compañías en la gestión de su cambio, tanto desde el componente técnico, como desde el componente humano, que implica que las personas estén dispuestas a operar bajo el nuevo sistema y, en muchos casos, este factor, dada su complejidad, suele ser la pieza clave para que el giro tenga éxito.
Abram reconoce que los directorios en el Perú son más flexibles que hace una década frente a la posibilidad de algún cambio en su gestión; no obstante, apunta que aún hay espacio para directivos más agresivos que apuesten por verdaderos desafíos en plena volatilidad, pese a que el entorno muestre una mayor estabilidad.
En relación a su futuro profesional, el consultor especializado en banca y finanzas, también cree que el éxito pasa con la reinversión: “Si me quedo en McKinsey, tras 17 años de trayectoria, tendría que reinventarme: podría enfocarme en otros sectores, como la minería, que, aunque suene a cliché, va a seguir teniendo relevancia en el Perú. No proyecto una reducción del sector minero en el país, sino todo lo contrario. El turismo, por su parte, también tiene buen potencial de crecimiento, por los recursos del país y por su baja participación en la economía”.
Recuadro peruanas multilatinas
Abram estima que no más de diez empresas peruanas han logrado expandirse fuera del mercado local con éxito. ¿Cómo aumentar la presencia del Perú en este fenómeno corporativo?
El ejecutivo apunta que el avance fuera del país va a depender del apetito de los inversores por materializarlo, que aumentará necesariamente en la medida en que sean conscientes de la maduración del mercado peruano.
“Los grupos que han salido han buscado apalancamiento en el mercado de capitales foráneo, básicamente emitiendo acciones o deuda en EE.UU.”, destaca el ejecutivo de McKinsey.
Agrega que las condiciones están dadas, por ejemplo, en el MILA, así que se debe llegar a ese punto naturalmente, porque el país ya dejó de tener un crecimiento acelerado y la mayoría de grupos locales ya tienen una posición de dominio relevante. “Entonces, si quieren seguir generando valor, tendrán que salir, aunque no les garantice el éxito sino que supondrá un desafío”, puntualiza Abram.
Por Julio Lira y Evelyn Coloma