(Bloomberg).- La maternidad está cambiando, al igual que la vida laboral de las madres --y esos cambios tienen preocupados a los economistas.
Durante un tiempo, las mujeres de todo el mundo estaban haciendo progresos económicos claros. Una mayor cantidad de ellas estaban trabajando, y ganaban más (e impulsaban la economía global en el proceso).
Pero en las últimas décadas, ese progreso se ha estancado. La participación de las mujeres en la fuerza laboral de Estados Unidos alcanzó su punto máximo hace dos décadas. Y hoy, las mujeres están haciendo grandes cambios respecto de cuándo, y si, tienen hijos.
Los economistas han comenzado a prestar atención. La semana pasada, la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, hizo sonar la alarma en un discurso en la Universidad Brown.
“Nosotros, como país, hemos cosechado grandes beneficios del creciente papel que las mujeres han desempeñado en la economía”, dijo. “Pero la evidencia sugiere que las barreras para el continuo progreso de las mujeres persisten”.
Entre esas barreras: “la falta de igualdad de oportunidades y desafíos para combinar trabajo y familia”.
Yellen y otros economistas se están enfocando en las barreras que enfrentan los padres, especialmente las madres, como el alto costo del cuidado infantil y la falta de flexibilidad en el lugar de trabajo.
“Para mantener a las mujeres y los hombres productivos en el mercado de trabajo, es una buena idea tener instituciones de apoyo que pueden aliviar algunas de las cargas de los padres solteros y las parejas casadas con niños”, dijo Torsten Slok, economista jefe del Deutsche Bank.
Por ahora, sin embargo, las mujeres de todo el mundo son mucho menos propensas que los hombres de su edad a estar empleadas --y las mujeres estadounidenses tienen menos probabilidades de trabajar que las mujeres en muchos países europeos.
Esas lagunas tienen un costo económico, tanto para las mujeres como para las economías estadounidense y mundial.
De 1948 a 1990, la oleada de mujeres en la fuerza de trabajo aumentó la tasa de crecimiento potencial de la economía estadounidense en 0.5 puntos porcentuales cada año, dijo Yellen en su discurso. Otras investigaciones sugieren que la economía estadounidense se expandiría un 5 por ciento si estuvieran empleadas tantas mujeres como hombres. La economía japonesa aumentaría un 9 por ciento y la egipcia, 34 por ciento.
Ese es un crecimiento que el mundo no puede desperdiciar en un momento en que otros factores, como el envejecimiento de la población y los bajos aumentos de productividad, están retrasando las economías.
Un factor único que enfrentan las madres estadounidenses es la falta de licencia de maternidad pagada en Estados Unidos. Casi todos los países desarrollados garantizan que las madres cuenten con tiempo libre pago cuando tienen un hijo. En promedio, los 35 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) conceden 18 semanas de vacaciones pagadas. Estados Unidos no garantiza ninguna.
Casi en todas partes, las mujeres esperan ahora más tiempo para tener hijos. En el 2015, la edad media en que las madres estadounidenses tuvieron su primer hijo fue de 26.4, frente a 22.7 una generación antes, en 1980.
Esa edad ha aumentado aún más rápido para las mujeres de otros lugares. Las madres de más edad, según un estudio a principios de este año, están en Corea del Sur, donde el promedio es de 31.1 cuando las mujeres tienen su primer hijo.
La maternidad afecta a las carreras de las mujeres de diversas maneras, dependiendo de sus ocupaciones. Un estudio de 2014 encontró que alrededor de una cuarta parte de las madres estadounidenses de preescolares no trabaja.
Las mujeres en puestos directivos o profesionales eran las que más probabilidades tenían de permanecer en la fuerza de trabajo: solo el 15% de ellas dejó de trabajar mientras sus hijos eran pequeños, pero redujeron la cantidad de tiempo que trabajaban en promedio 2.5 horas por semana.