FC Barcelona viene de golear 6-1 a la Roma en la Liga de Campeones, un torneo que conquistó junto con los títulos de la Liga BBVA y la Copa del Rey en una brillante temporada 2014-2015.
Ningún otro equipo de fútbol ha ganado el “trébol” dos veces. Para alcanzar esta notable hazaña, el Barcelona registró una racha sin precedentes.
De los 60 partidos que el Barça jugó esa temporada, ganó 50. Ningún equipo ha logrado este tipo de estadísticas. Mientras muchos se maravillan por estos números y el dominio del Barça en el campo, uno se pregunta acerca de los factores de tal consistente excepcionalidad.
¿Qué pueden aprender otros equipos de alto rendimiento del Barça, de su estilo, su cultura, y su entrenador Luis Enrique? ¿Qué pueden hacer las empresas y sus líderes para alcanzar tal nivel?
1. Guíe y déjese guiar.
Luis Enrique, exjugador del Barça, fue recibido con escepticismo cuando comenzó su trabajo como DT a principios de esta temporada. El Barça estaba en una mala racha y no había ganado ningún trofeo importante el año anterior. Después de dominar el fútbol europeo durante casi una década, el equipo parecía haber perdido su encanto. Y para Luis Enrique el año comenzó de mala manera, con rumores de una riña entre entrenador y jugadores, asuntos legales que asediaban al club, y otras distracciones extradeportivas. ¿Y qué hizo Luis Enrique? Tenía un plan y se enfocó en él.
Sin embargo, conforme avanzaba la temporada, el DT fue mejorando a la hora de ejecutar su plan. Se volvió más hábil en el manejo de los jugadores estrellas y sus grandes egos, y eso resultó ser un factor crucial. El machismo de “a mi modo o no hay modo” de sus primeros meses, tal vez basado en el temor de no ser respetado en el vestuario, dio lugar a un enfoque más relajado. Luis Enrique comenzó a guiar mientras era guiado, cediendo un poco de autoridad y control a cambio del apoyo y cohesión del equipo.
Estrellas como Neymar o Lionel Messi quieren expresarse sobre el terreno de juego y necesitan libertad para hacerlo. Son en definitiva activos más importantes para el club que el mismo entrenador y ellos son conscientes de su poder. Así que quizás Luis Enrique no tuvo otra opción cuando se dejó guiar por su tridente ofensivo de Messi, Neymar y Luis Suarez, quienes decidieron cambiar su posición por defecto en la delantera. Pero fue eficaz. Lo que es evidente en el deporte sirve también como un buen recordatorio para los líderes empresariales: al fin y al cabo, usted no está en el terreno de juego. Déjelos que jueguen.
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2. Manténgase fiel a la filosofía (solo haz algunos ajustes)
Muchos líderes adolecen de sesgos de acción. Si los resultados, por lo general cada trimestre, no son los esperados, hay un apuro por cuestionar todo y promover cambios al por mayor. A menudo, esto se traduce en un curso en zigzag que es difícil de digerir para los empleados. “No podemos darnos el lujo de una cultura como ésta”, o “es agradable tener estos principios cuando los números son buenos” son el folclore típico de los directorios. Cuando las cosas se ponen difíciles, a menudo se sacrifican los ideales, valores y principios para adoptar acciones más “pragmáticas”.
El Barça no es ajeno a estas presiones. Hace poco más de un año, muchos dijeron que la dinastía del Barça había acabado y que su estilo de juego basado en la posesión (“tiki-taka”) era obsoleto. Sin embargo, los jugadores y su entrenador nunca se dejaron llevar por este comentario y sostuvieron que el estilo que algunos de ellos habían adoptado desde la propia cantera del Barça estaba tan arraigado en el ADN del club que era anatema el solo pensar en cambiar el estilo. Cuando llegó Luis Enrique, con valentía se abstuvo de poner en práctica la revolución que muchos habían impulsado. En cambio, mantuvo intacta la filosofía principal, integró nuevos jugadores en posiciones clave, y abordó algunas de las debilidades tácticas del equipo, por ejemplo, un pobre historial a la hora de defender en pelotas paradas o un mal uso de los contraataques.
El resultado fue una versión mejorada del Barça que poseía una flexibilidad más táctica, manteniendo y perfeccionando el estilo de la casa. La eficiencia, fuerza física y el pragmatismo eran herramientas nuevas en el repertorio del Barça, pero no como fines en sí, sino más bien como palancas para reforzar la esencia del Barça: poesía, alegría, y el “juego bonito”. Ganar por el solo hecho de ganar nunca fue la idea. Para los aficionados del Barça, ganar (o también perder) con distinción y clase siempre importó más que la mera colección de títulos. El hecho de ganar solo es importante como prueba de la supremacía del estilo del Barça.
3. Anticípese o “gane el segundo balón”.
Uno de los puntos fuertes del Barça es la anticipación, la capacidad de predecir los movimientos del oponente y ser solo un punto más rápido que ellos. El equipo presiona muy arriba en el terreno y juega con una muy agresiva línea avanzada, casi suicida, que enfrenta al oponente en la línea del medio campo. Eso deja mucho espacio para explotar detrás de la línea defensiva por lo que es fundamental que los jugadores no solo sean rápidos con los pies, sino también con sus mentes, y tengan un alto grado de atención al momento. Un movimiento demasiado tarde por un balón en disputa en el mediocampo, y el otro equipo podría encontrar los espacios para un contraataque despiadado.
En el fútbol, hay un término llamado “el segundo balón” que se utiliza para describir el despeje o desvío de pelotas que se produce cuando el oponente suelta el “primer balón”. Los mejores equipos como el Barça tienen una capacidad incorporada para ganar el segundo balón porque anticipan cada posible movimiento y están casi siempre en el lugar correcto y en el momento adecuado. Esto tiene mucho que ver con la experiencia y la intuición, pero también con la inteligencia colectiva de la plantilla y cómo sus roles están conectados en los jugadores.
Los líderes de negocios pueden tomar algo de este ejemplo: “Presionar” en equipo, es decir, asegurarse de que todo el mundo sea proactivo y emprendedor. Esté preparado para el segundo balón, la consecuencia no deseada o el efecto dominó de una acción. Es el trasfondo, lo colateral y el efecto secundario que hacen o deshacen su negocio. Las peores y mejores cosas pueden suceder en el segundo balón, y usted quiere estar allí si esto pasa.
4. Más que Messi.
Es cierto que no todos los equipos pueden presumir de tener en sus filas un Messi, quizás el mejor futbolista de todos los tiempos. Pero el Barça también es más que Messi. Todo el mundo da y recibe, incluso las estrellas se sacrifican por el equipo, y, sorprendentemente, a menudo en esta temporada han sido “generosos” e incluso los mayores cazadores del gol han cedido el balón a un compañero que estaba mejor ubicado para anotar. El Barça se mueve como una unidad, y la interacción es compleja, con y sin el balón. El fútbol –como cualquier trabajo en equipo– se trata de crear un espacio para que alguien más participe. Se requiere iniciativa y también humildad para entender los límites del papel de cada jugador y su impacto activo o pasivo en el juego en cualquier momento dado.
Esta capacidad se remonta a la filosofía del “fútbol total” que los holandeses Johann Cruyff y Luis van Gaal trajeron a Barcelona, y que ha dado forma al Barça hasta nuestros días. Se requiere que cada jugador en la cancha domine cualquier posición en cualquier momento y “lea” todo el juego desde cualquier ángulo. En este fluido sistema, ningún jugador está fijo en su rol previsto en el campo; cualquiera puede ser, sucesivamente, un atacante, un centrocampista y un defensor, por lo que los zagueros, por ejemplo, a menudo se intercambian con los extremos en la ofensiva.
5. Permítase ser romántico.
El fútbol es intrínsecamente romántico. Ahora, es cierto que últimamente se ha ganado una mala reputación debido a las siniestras maquinaciones de la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial. Y en la temporada anterior, incluso la marca del Barça –su aspiración a ser “más que un club” (“mes que un club”, como reza el lema del club) y celebrar los valores universales de la deportividad, integridad y juego limpio, se vieron eclipsados por la política y escándalos. El romance nunca desapareció, y uno podría ser perdonado por ceder ante el cinismo y admitir que, al final, el fútbol no era más que un juego de dinero, impulsado por las agendas de los eternos patrocinadores poderosos y su búsqueda de explotación comercial.
Y sin embargo, si bien todo esto es justo, yo diría que el romance está en el “a pesar de”. Se necesitan dos para bailar un tango. Uno debe idealizar para ganar el romance, se debe ofrecer el espacio sobre el que proyectarlo. ¿Y no es la misma esencia del romance con la que desafiamos la realidad e insistimos en la posibilidad de un mundo mejor, buscándolo de forma constante, incluso en medio de lo profano? George Bernhard Shaw no lo pudo expresar mejor: “Es mejor mantenerse limpio y brillante; usted es la ventana por la que debe ver el mundo”.
En este sentido, el Barça es un club profundamente romántico, una marca romántica –no porque sea perfecto o porque está por encima de todo el ruido todo el tiempo, sino por que insiste en ser mejor. Esto no quiere decir que siempre cumple con sus elevados principios. Pero la idea en su corazón es tan poderosa que brilla como una estrella polar, a pesar de todas sus imperfecciones. Al igual que los Juegos Olímpicos, el Barça es lo que hacemos, lo que queremos que sea, nos ofrece un espacio de gran alcance para la imaginación. Es una gran verdad, porque se siente como tal. Nos da mucha alegría y dolor exquisito. Eso es lo que los grandes líderes, grandes marcas, grandes organizaciones nos hacen.