El mundo de la educación ejecutiva enfrenta cambios desde todos los puntos de vista. Santiago Iñiguez, actual decano del IE Business School, afirma que para sobrevivir a estos cambios la clave es la adaptación.
Iñiguez es desde julio el primer presidente no norteamericano en la historia de la Advancing Quality, Global Business Education (ACCSBA), una de la acreditadoras de escuelas de negocios más importante del mundo.
¿Cuál es el panorama actual de la educación ejecutiva?
La educación ejecutiva está creciendo a un ritmo superior que la educación formal y universitaria. Principalmente, por dos factores: el envejecimiento progresivo de la población y el alargamiento de la edad de jubilación para poder sostener todo el sistema de pensiones.
¿Cómo afectan estos fenómenos a los ejecutivos?
Estos dos fenómenos hacen que los directivos más sénior tengan necesidades de adaptar sus conocimientos. Con el tiempo, los profesionales tendrán que hacer cinco o seis másteres a lo largo de su carrera, porque el contenido de su profesión cambiará.
Entonces, ¿los ejecutivos y directivos sénior están forzados a afrontar este proceso de adaptación?
El segmento sénior posiblemente sea el que crezca con mayor importancia. A veces, nos fijamos mucho en los millennials, pero realmente el segmento que tendrá un impacto e importancia mayor desde el punto de vista de tamaño y de necesidades específicas va a ser la población sénior.
¿Y por qué no los millennials?
Los milennials tienen, por lógica, una necesidad de formación y por lo que hace referencia su relación con las generaciones mas sénior.
¿Cómo se debe manejar esta diversidad generacional?
Nos vamos a encontrar ahora con otro ángulo de la diversidad que es cross generacional, personas que se han formado en distintas épocas. Tienen otra visión del mundo y que, lógicamente, a veces chocan con sus colegas más jóvenes, en el caso de los sénior.
¿Cómo enfrentan las empresas estos cambios?
El reto de las empresas consistirá en aprovechar a las poblaciones sénior que tienen la experiencia, los contactos o en muchos casos el network e integrar eso con las generaciones más jóvenes, que tienen quizá otro impulso y vigor intelectual.
¿Cuáles son las valoraciones que buscan las empresas?
Primero es el liderazgo, ya que ahora se puede anticipar qué comportamiento genera una mayor efectividad en el trabajo. Otro factor es el conocimiento del entorno digital, y el último, lo que cada vez se valora más, es la capacidad de los directivos en la inteligencia emocional.
En el contexto global, ¿qué papel cumple la tecnología?
La tecnología está incidiendo decisivamente en el futuro del trabajo de los graduados. Prácticamente, todas las empresas grandes de nuestro entorno ya identifican la Internet de las cosas como uno de los ámbitos donde se van a diversificar en el futuro.
¿Las escuelas de negocios se adaptan a estos cambios tecnológicos?
Siempre lo desconocido genera incertidumbre y temor. Es importante preparar a los ejecutivos del futuro a entender y adaptarse mejor al cambio. Como decía Darwin, “las especies que prevalecen son las que se adaptan mejor al cambio, no necesariamente las más fuertes”.
¿Qué expectativas tiene para la educación ejecutiva?
Por todos los retos que pasan ahora en el mundo en todos los ámbitos, el contar con una educación y una formación va a ser decisivo para la felicidad individual y para la prosperidad de los países.
¿Y en América Latina?
Vivimos en una época en la que se hacen retratos rápidos de una sociedad, pero todas las sociedades tienen su propia complejidad. Perú o Colombia son vistos con admiración y respeto por la comunidad internacional porque se están operando unas transformaciones a una velocidad que en otros continentes ha tomado décadas.