Así como invertimos en un negocio porque esperamos recibir ganancias, de la misma forma debe verse el estudio de una maestría. Es decir, considerarlo como un activo financiero, planteó Tulio Pita, docente del CIDE-PUCP.
El tenedor de un activo financiero adquiere el derecho a recibir un ingreso futuro por parte del vendedor. Si la maestría es el activo, el ingreso futuro –aparte del incremento salarial– es el reconocimiento del mercado por ese logro. Es como una acción que puedes hacer efectiva cada vez que vas al mercado. En consecuencia, el vendedor es la empresa que te contratará o en la que ya te encuentras trabajando.
El docente sostuvo que actualmente la percepción de la sociedad ante una maestría es errónea, debido a que lo ve como un logro o como un ‘escalón’ profesional, que no está mal, pero ese no es el fin de su aplicación.
Para Pita, este activo involucra tanto variables emocionales como económicas; por lo tanto, debe ser ‘tomado con pinzas’, porque es una inversión para toda la vida. “Es mi carta de presentación frente al mundo”, aseguró.
¿Por qué no me ascendieron?
Según el docente, esa es una pregunta que muchos se han planteado. Se supone que una maestría nos ‘blinda’ frente al mercado y nos hace competitivos, pero ¿de qué forma? La respuesta es simple, debes investigar qué es lo que el mercado demanda.
Veámoslo de otra manera. Pita aseguró que en el Perú se han dado dos movimientos: uno es el tradicional, que sigue un régimen anacrónico; y otro es la inserción de universidades, que se han posicionado rápidamente en el mercado gracias a sus ideas innovadoras.
Este último punto es el más importante, porque las instituciones educativas carecen de investigación e innovación, y este debe ser el principal requisito para elegir el estudio de una maestría.
El docente recomendó la capitalización de las inversiones en este rubro, como ya lo han realizado algunas universidades enfocadas en el estudio de la salud e ingeniería, pero si estas no tienen los ingresos para capitalizar ni para pagar bien a sus profesores, entonces no se podrán obtener resultados fructíferos.
“Es necesario un cambio, pero este debe partir desde la estructura curricular, hasta implantar un centro de investigación. Los estudios que dedica el Perú a este rubro son casi de 1% del PBI. En efecto, es una problemática que se debe atacar”, informó el especialista en consultoría.
Nivel zonal y regional
Además, agregó que las universidades deben gestionar la especialización de maestrías a nivel zonal y regional, por ejemplo, en Puno se necesitan más administradores agrícolas, entonces el mercado debe enfocar la promoción y desarrollo de maestrías en esta materia.
“El mismo caso debe ser con las zonas mineras, debido a que hay un déficit de 15,000 ingenieros en el Perú por año, y para los próximos años se necesitarán cerca de 30,000. Lo primordial es la calidad, no el volumen”, agregó.
Otro punto importante para Tulio Pita es que una maestría debe brindar seguridad frente a la sociedad. Al fin y al cabo, su estudio se enfoca en la ‘profundización’ de conocimientos adquiridos a través de la formación universitaria y de la experiencia laboral.
Para Pita esta falta de seguridad puede traer graves efectos en la sociedad, y aseguró que los grandes conflictos que se experimentan actualmente en el Perú es producto de esta carencia, porque los dirigentes no están preparados y no tienen la ‘seguridad’ suficiente para enfrentar las necesidades de la población.
El catedrático refirió que la decisión del estudio de una maestría no debe verse como un ‘juego de azar’, debe ser totalmente estudiada, analizada y confrontada con mis necesidades y las del mercado. Además, enfatizó la importancia del ‘networking’, que es el producto positivo de una maestría, debido a que te permite conectarte con muchas personas a nivel nacional e internacional.
En cuanto a los ‘millenials’ -aquel estudiante nacido entre los años 1980 y 2000- las maestrías los han captado cada vez más, pero ellos buscan estos estudios por un motivo ‘aspiracional’, aseveró el docente.
“Las aspiraciones van desde un mayor salario (motivación económica), mayor seguridad (en operaciones), mayor capacidad (intelectual), hasta la satisfacción social, es decir los servicios de infraestructura, bolsas de trabajo, viajes, internships, etc”, explicó.
Finalmente, opinó que el Perú recuperará su sitial en Latinoamérica, cargo que perdió años atrás cuando era considerada la “Harvard de Sudamérica”, pero podrá resurgir como el ‘ave fénix’ debido a que las escuelas de negocio están manejando bien sus programas.
“Aún falta hacer cosas, pero veo la situación con optimismo. El rezago, sin dudas, sigue siendo en el sector público, pero confío que el sector privado ayudará a dar ese ‘impulso’ que el sistema educativo peruano necesita”, agregó el catedrático.