Emprendimiento social: ¿Cómo volverlo rentable?

Según los resultados del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de 2016, Perú es uno de los países más emprendedores de la región, con el cuarto lugar. La tasa de emprendimiento en etapa temprana (TEA) llegó a un 25,1%, una cifra superior a la media en América Latina que corresponde al 18,8%.

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Para un emprendedor peruano no hay límites. Y para uno que se dedica al emprendimiento social, mucho menos, ya que este se encuentra muy ligado a los problemas del mundo actual, a las fuentes de sufrimiento de las personas que lo habitamos y a nuestras preocupaciones de futuro.

Ante ello surge la pregunta: ¿Es posible que una empresa tenga como objetivo principal mejorar el ecosistema y la vida de las personas que viven en él al mismo tiempo que genera beneficios económicos? Aunque pueda parecer una utopía, no solo es factible, sino que ya ocurre en la actualidad. La clave está en encontrar en el emprendimiento social, una nueva forma de emprender en la que los fines comerciales no son los únicos.

A esto, Mónica Vásquez del Solar, directora de la región andina de NESst, indica que la idea de todo proyecto social es resolver un problema o necesidad puntual mediante una estructura formal y organizada. La inversión que se realiza en este tipo de negocios no se determina por la ganancia potencial, sino por lo que se consigue a nivel social.

“En un emprendimiento social se incluyen proyectos que tengan un impacto positivo en la comunidad. La idea es resolver un problema o necesidad puntual mediante una estructura formal y organizada”, enfatiza.

¿Es rentable desarrollar un emprendimiento social?
Según el ránking 2017 de Doing Business, 25 de 100 habitantes se encuentran relacionados a una actividad emprendedora. Y a su vez, The Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de 2016, indica que Perú es uno de los países más emprendedores de la región, con el cuarto lugar. La tasa de emprendimiento en etapa temprana (TEA) llegó a un 25.1%, una cifra superior a la media en América Latina que corresponde al 18.8%.

El emprendedor social tiene muchas cosas en común con cualquier otro emprendedor. Una idea brillante que marca un antes y un después, la definición de su público objetivo y una investigación de mercado completa, así como un plan de viabilidad y expansión a medio largo plazo.

La diferencia radica en que para un emprendedor social el impacto positivo en su entorno y la rentabilidad de su negocio van de la mano. Quiere vivir de su idea, pero también desea que esa idea ayude a mejorar la sociedad y dé respuesta a alguno de los muchos retos a los que nos tenemos y tendremos que enfrentar. Y esa gran revolución que inicia no solo se ciñe al ámbito social, sino también al empresarial.

Esa es precisamente una de las razones por las que el emprendimiento social es rentable. Y hacia eso apunta NESst, que desde su ingreso a Perú, ha apoyado a 42 emprendimientos que hacen efectiva la integración social y laboral de personas en riesgo de exclusión o para mejorar la calidad de vida de estos; y a su vez son propulsoras de nuevos modelos de negocio y generan todo un ecosistema de partners y proveedores que se convierten en un foco de generación de riqueza local. Este 2017 apoyan a 9 emprendimientos de impacto social y ambiental que han sido evaluadas por un comité de inversión.

¿Apuntar hacia lo Profit o Non Profit?
En el ámbito empresarial a nivel global se percibe un cambio brusco de tendencia en la manera en la que las organizaciones dirigen sus estrategias de negocio. Las empresas sociales surgen precisamente para cubrir necesidades y solventar problemas generando modelos de negocio sostenibles e intensificando su capacidad de aportar soluciones eficaces.

Este modo de entender a la empresa se explica a través de la Teoría del Valor Compartido: en la medida en que una empresa es útil a la sociedad, a un grupo de consumidores, la propia sociedad responderá con un beneficio, un valor, a la propia empresa.

Estas empresas sociales, conocidas como Profit, tienen un enorme potencial para detectar necesidades y convertirlas a su vez en oportunidades de negocio que hagan crecer su impacto. Son enormemente subversivas, en el sentido de que sus innovaciones abren nuevas vías de comercialización, diseño, uso de tecnologías sociales que hacen que el resto de las empresas intenten imitarlas.

En definitiva, estas tratan de buscar soluciones eficaces y sostenibles para los problemas tradicionales de los que sólo se han ocupado las organizaciones de tipo “non profit”.

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