La procrastinación significa posponer o resistirse a realizar tareas que uno necesita desarrollar para poder lograr una meta. Usualmente, las actividades que más te resistes a hacer son aquellas que más necesitas hacer para lograr los objetivos que quieres y esto podría afectar tu efectividad en la oficina o en los estudios, según Nelson Portugal, consultor en Desarrollo Personal.
El especialista brinda cuatro consejos prácticos para reducir la procrastinación en la oficina:
1. Usa la procrastinación como plan de acción
Usualmente, las actividades que más te resistes a hacer son aquellas que más necesitas hacer para lograr los objetivos que quieres.
En lugar de realizar las actividades que tienes ganas, pregúntate al despertar (o en cada momento) “¿qué es aquello que no tengo ganas de hacer pero es importante que haga?”.
Luego, toma las respuestas como tu plan de acción para el día y verás los resultados excepcionales que consigues en tu vida.
2. Jamás procrastinamos acciones, lo que procrastinamos son emociones
Las personas aparentemente postergamos acciones, por ejemplo: ir al gimnasio, pedir aumento a nuestro jefe o expresar lo que sentimos. La verdad es que lo que realmente postergamos es la emoción que, consideramos, vamos a sentir al realizar dicha acción.
Cuando conocemos este concepto reconocemos que siempre habrá una emoción que debemos tener el coraje de sentir para crecer en la vida.
Es ahí cuando tomamos la decisión (y te invito a que la tomes ahora) de actuar pese a las tres íes: la incomodidad, la incertidumbre y la inseguridad, pues detrás de ellas está aquello que más queremos.
3. Sistematiza, delega o elimina aquello que postergas constantemente
Este concepto es simple pero transformacional: jamás procrastinamos en aquello que somos extremadamente buenos.
Lo que postergamos es aquello en lo que no somos buenos, mediocres o pésimos haciendo.
Si tú quieres crecer, usa la procrastinación como herramienta de medición sobre aquello en lo que eres extremadamente bueno y, por ende, sobre aquello que te apasiona.
Luego, sistematiza, delega o elimina todo lo demás de forma que puedas pasar más tiempo haciendo dichas actividades – de esta forma elevarás exponencialmente tu eficiencia.
4. Postergamos la rendición de cuentas
Detrás de la procrastinación se encuentra el miedo a decir que no y detrás de dicho miedo se encuentra el miedo a fracasar.
Pero, ¿sabes qué? más que el miedo a fracasar está el miedo reconocer que hemos fracasado y es justamente ese miedo lo que nos lleva a vivir en la confusión, una confusión en la que no podemos ver con claridad nuestros resultados.
“Es importante comprometernos con un resultado simple y único de forma que podamos rendir cuentas sobre nuestro progreso en el logro del mismo, pues hacerlo nos permitirá ser más efectivos”, comentó Portugal.