Atontado, que se comporta como un autómata”. La definición de zombi de la Real Academia de la Lengua no deja lugar a dudas. Estos personajes no actúan como seres humanos. Su forma de ser se asemeja a la de robots programados para una misión.
Seguro que alguno de tus compañeros cumple los requisitos para ser lo que se denomina un zombi corporativo: va al trabajo, no a trabajar y suele recorrer los pasillos de la oficina con la mirada perdida.
A diferencia de los walking deads, estos especímenes sí creen en los valores corporativos porque es lo que alimenta su forma de vida: por resignación o por decisión asumen este rol.
No hacen ruido, y tienen la habilidad de estar cuando hay que estar, por eso están vacunados contra el despido: son invisibles, no destacan ni por ser brillantes ni nefastos en su trabajo. Mantenerte alejado de ellos te convertirá en un buen profesional y mejor persona.
Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, asegura que un assessment center, sesiones de evaluación de competencias en grupo, dejan a los zombis corporativos al descubierto.
“Suelen ser personas que hablan más su pasado y de lo importante que fueron, que del presente. Normalmente habitan en grandes corporaciones en las que pasan inadvertidos mientras esperan la edad de su jubilación”.
Eulogi Bordas, socio fundador de Photoslurp -plataforma de visual commerce & marketing-, coincide en que “proliferan más en multinacionales o grandes equipos en los que no hay una delimitación de las responsabilidades ni de los objetivos de cada persona o departamento. Este tipo de perfiles no está interesado en la loca y acelerada vida de una start up”.
Juan Antonio Fernández, socio de 3Weeks Consulting, cree que ser un zombi corporativo “va en la persona y no tanto en el tipo de compañía”. Sin embargo, reconoce que “la cultura corporativa puede acompañar en la proliferación de este perfil de empleado. Organizaciones en las que ‘pase lo que pase, aquí no ocurre nada’.
No hay ningún tipo de consecuencia laboral a no ser que se considere un falta muy grave. Esta coyuntura ayuda a que estos profesionales se sientan cómodos y contagien a otros compañeros”.
Receta
No ser infectado por ellos es tu objetivo. La receta de Jericó es “seguir ilusionándose por el trabajo o crear uno propio, un proyecto que nos anime. Relacionarse con la felicidad y la satisfacción forma parte del juego. Una gran empresa ofrece muchas oportunidades; sólo hay que buscar la parte positiva”.
Bordas opina que mutar a zombi corporativo es una cuestión de personalidad y actitud: “No creo que una persona eficiente, seria y comprometida con su trabajo amanezca un día transformada. Lo que puede suceder es que si no se siente motivada y/o estimada en su trabajo se vuelva menos eficiente y, si perdura, acabe siendo uno de ellos”.
Por eso, conviene alejarse de los que ya han caído en estas redes. Alberto Blázquez, doctor en Ciencias del Deporte y coordinador de Instintos Laborales (LID), ha elaborado una vacuna que puede ayudar a liberarte, si el contexto te obliga a convivir con ellos: “Conciencia: observa sus mensajes, ¿estás notando cambios en la relación con los demás? Expectativa: ¿has cambiado tus expectativas sobre ti o el trabajo?Toma consciencia de las máscaras que puedas estar creando para cumplir objetivos externos.
Coherencia: ¿has olvidado tus valores? ¿hay coherencia con lo que haces, sientes o piensas? Acción: valora dónde estás y hacia dónde te quieres mover. Mantente activo”.
Fernández propone plantarles cara, sobre todo cuando no te queda más remedio que unirte a ellos por asuntos profesionales: “Sé muy concreto en la tarea a realizar y sólo habla de ello. No inviertas ni un segundo en otros temas, les darías cancha en lo que les interesa. También conviene ser muy exigente con los plazos e hitos a conseguir y dejar claras las consecuencias de no cumplimiento. Por último, es recomendable ser muy persistente en el seguimiento y el control del trabajo encomendado”.
¿Son recuperables?
Sacar potencial de un zombi corporativo es como querer matar moscas a cañonazos. Poco se puede hacer con la desidia cuando esta se enquista. No obstante, Blázquez cree que “antes de juzgar la actitud de una persona es preciso entender su trayectoria de experiencias y en qué medida está dispuesta a redirigir su rumbo”.
Este experto menciona la recompensa como herramienta para recuperar a estos profesionales: “Valorar cada pequeña aportación o festejar éxitos son acontecimientos que influyen en el balance emocional positivo de las situaciones”.
Fernández aconseja utilizar preguntas poderosas para que los zombis tomen conciencia de su situación: “Si no quieren, no cambiarán, pero a veces es importante saber las posibles causas de su comportamiento. Preguntas como qué haría de manera diferente, qué te gustaría que ocurriese el próximo año o qué beneficios obtienes con este comportamiento pueden ayudar”.
El emprendedor Bordas es tajante: “Creo que a estas personas no hay forma de sacarles el potencial. Están quemadas y carecen de interés. Pero también pienso que la empresa debe prestar especial atención a aquellos cuya motivación o estima puede convertirles en zombis corporativos. Hay que trabajar los intereses, pasiones y motivaciones de cada empleado”.
Quién es quién
‘Free rider’. Se apalanca en el trabajo de los demás, pidiendo favores a sus compañeros para que le ayuden a realizar tareas le corresponden.
Liadísimo. Su punto fuerte es la habilidad para estar siempre ocupado. Siempre está a punto de entrar en una reunión o el ‘jefe del jefe’ le ha asignado una ?súper’ tarea.
Fantasma. Nadie le recuerda. No participa en las reuniones, no está en la toma de decisiones. Se esconde en su cubículo simulando hacer algo.
‘Alone’. Suele tomar café, comer, pasear… solo, sin un compañero a su lado. Si le preguntas sobre algún tema específico siempre tiene alguna excusa para escaquearse.
‘Escape’. Siempre que le necesitas para hacer algo importante nunca está.Tiene la virtud de detectar cuando aumenta la intensidad de trabajo y desaparece el primero sin dejar rastro… pero siempre está.
‘Smart phone’. Cada cinco segundos está pendientes de su móvil y pocas veces tiene que ver con asuntos profesionales.
‘Vaguetis’. No quiere cambiar nada, confunde el sobrevivir con el vivir, no sale de su zona de confort y cumple su horario a rajatabla.
Seductor. Experto en no hacer nada, utiliza a los demás para ahorrarse tareas incómodas. Lo hace de una manera tan sutil, que pocas veces no consigue lo que se propone.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)