Centrum: “El reconocimiento afectivo en una empresa debe ser el siguiente paso al incentivo monetario”

Las emociones de los trabajadores ahora también son de las empresas, dijo José Espinoza, de CENTRUM-Católica. Una empresa debe ser competitiva en salarios e iniciar un programa para crear “ambientes emocionales positivos”.

(Video: Gestión / Carlo Fernández)

Ya quedó en el pasado esa idea de que las emociones de la casa no se llevan al trabajo y viceversa. Las nuevas tecnologías, como el smartphone, ya no permiten una división clara, y se vuelve necesario que las empresas le presten atención a las emociones de sus empleados a través de un programa de reconocimiento afectivo.

Así lo consideró José Antonio Espinoza -investigador de CENTRUM-Católica-: “Hay eventos en las empresas que producen emociones acumulativas e impactan en las actitudes. Las personas se van aún cuando le paguen menos, porque prefieren una mayor calidez emocional”.

Y agregó: “Los líderes deben tratar de crear ambientes emocionales positivos, porque hasta con los gestos se genera un ambiente emocional negativo que las personas no confiesan, pero ellos deben estar atentos a esas reacciones”.

En ese caso, las empresas -recomendó- pueden implementar un programa de reconocimiento afectivo, pero para llegar a este paso primero debe cumplir con una escala de salarios competitiva en el mercado.

“Es importante hacer un estudio de competitividad salarial. Si yo veo que estoy cercano al promedio del mercado, ya es momento de pensar en lo afectivo. Sino la gente dirá ‘no quiero nada afectivo, quiero dinero’. Ese es el punto de quiebre para que valoren lo otro”, explicó.

¿Qué debe incluir un programa de reconocimiento afectivo? Espinoza respondió con lo que viene investigando para CENTRUM-Católica: “Levantar un inventario de los eventos en el trabajo que producen cierto tipo de reacciones emocionales y cómo éstas impactan en la satisfacción laboral, en el compromiso por quedarse y en tener comportamientos positivos dentro de la organización”.

Puso algunos ejemplos: algunas empresas envían cartas de felicitaciones al hogar u otras forman clubes para las esposas o hijos.

“Yo sugiero que se le preste atención a las emociones de las personas. Tampoco significa irse al otro extremo: ser los psicólogos de los trabajadores. Pero sí respetemos sus emociones. Que no esté mal que una persona llore en el trabajo, por ejemplo. Hay que darles su tiempo”, recomendó.

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  • 31.12.1969

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